Fuentealba

Fue hace quince años.

En Carcova. 

Docentes, familias y estudiantes de la escuela veníamos muy golpeados: Años de lucha, saqueo, robos y tomas de los papás pidiendo una escuela en condiciones. 

Después, el comienzo de una obra que parecía una burla hacia toda la comunidad y que finalmente  se transformó en el eje del dolor y del maltrato, cuando un albañil abusó de una nena.

Con nuestros distintivos "Dejen que salga la verdad" resistimos a cuanto funcionario se nos enfrentó. No íbamos a volver hasta que la escuela estuviese en condiciones, hasta tener respuestas.

Así llegó el traslado provisorio a una escuela en San Andrés. Pasamos un mes sin clases. Los papás estaban muy nerviosos, enojados, dolidos. Sentían la injusticia de una sociedad que los olvidaba día a día.

En medio de todo, cuando faltaban unos días para retomar las clases, ocurrió algo que para nosotros fue una representación de todo lo que estábamos enfrentando: el asesinato de un maestro, Carlos Fuentealba.

En repudio a este hecho, se había convocado a un paro nacional docente y a una movilización y era exactamente el día que debíamos retomar las clases.

En la escuela queríamos adherir al paro y marchar. La rabia y el dolor de tantas injusticias nos movilizaba. Pero a la vez sabíamos que las familias estaban esperando ansiosas ese día en el que se retomarían las  clases.

Conversamos mucho acerca de qué hacer, cómo actuar. Finalmente, un grupo de docentes, directora incluida, se acercó hasta el barrio para hablar con los papás y explicarles que debíamos posponer el comienzo y cuál era el motivo.

Cuando llegaron al barrio no había chicos listos para empezar las clases ni familias ansiosos. Simplemente un grupo de papás, muy conmovidos que esperaban en silencio para comunicar su apoyo: "No Seños, no podemos empezar hoy, mataron a un maestro".


Creo que es el día de hoy que me acuerdo y me vuelvo a conmover.

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