Gracias por el fuego. Acto por el ochenta aniversario del levantamiento del ghetto de Varsovia.

El mensaje de mi amiga llega justo y es la pieza que faltaba para terminar de configurar el deseo que desde hace días viene picándome.

"¿Vamos?".

"¡Dale!".

Jueves 19 de abril, viajo a Caba a encontrarme con una parte de la historia. 

Voy al acto de conmemoración de los ochenta años del levantamiento del ghetto de Varsovia.

***

Esta vez voy con Juan. Cuando lo retiro de la escuela, le pregunto si quiere acompañarme y me dice que sí. Mientras caminamos me hace preguntas y trato de responder. Le hablo de la lucha heroica de esos jóvenes judíos contra el ejército nazi, le cuento lo que significó ese tremendo acto de resistencia. Me emociona estar charlando esto con él. 

Está tan grande.

***

Ahora, mientras escribo, me acuerdo de la primera vez que participé de este acontecimiento. Tenía casi la misma edad que Juanito ahora, diez años, casi once. Fue el 25 de abril de 1982, plena dictadura, plena guerra de Malvinas. Aquel momento debió ser importante para mí, porque quedó registrado en mi diario: "Hoy fui al acto sobre el ghetto de Varsovia, leyeron una poesía, hubo un coro", y lo más importante: "Después, al salir del teatro, fuimos a una manifestación y cantamos: 'ingleses, atrás, los pueblos quieren paz' y 'alerta que camina el anti imperialismo por América latina'".  

Las advertencias en casa acerca de no contar nada seguramente fueron muy serias, porque  muchos pasajes los escribí en código. Un código  tan sencillo que que en verdad no me cuesta demasiado descifrarlo. Simplemente transformé las letras en números. Y al final, me lamentaba: "Al volver me entristeció que no se lo podamos contar a nadie, juro que fue inolvidable."

Si no me equivoco, se trató de la primera manifestación en la que participé.

Después hubo otros actos. Algunos los recuerdo más que a otros.

Y después crecí y no volví más, hasta ahora.

Cuarenta años después viajo con mi hijo para ser parte, después de muchos años, de un acto de conmemoración a los héroes y mártires del Holocausto.

***

El acto se realiza en el Ministerio de educación. No lo voy a negar, me hubiese gustado un espacio más independiente quizás,  menos oficialista.  Pero son ochenta años y el salón Blanco del Ministerio, imponente, es hermoso.

Como pasa en estos eventos, me encuentro con mi propia historia. Abrazos con amigas de toda la vida; con mis sobrinos, que también siguen los pasos de su propia historia; y el saludo con los mayores, la generación de mis viejos. Soy la hija de Tamara y Jaime, aclaro cuando hace falta. Todas las palabras tienen un peso y un significado difícil de explicar. 

El acto empieza con el Himno Nacional y sigue con el conmovedor Himno de los partisanos, en idish, por supuesto. Distintos coros de todas las instituciones que participan, aparecen cantando en las pantallas.

Llega la ceremonia de las velas, las palabras conjuntas de las instituciones que organizaron el evento y los discursos que reivindican el valor de la vida, el respeto a las diversidades y el repudio a todos los crímenes y genocidios que hoy azotan al mundo.

***

Y llega Lea. 

Lea Zajac, una de las últimas sobrevivientes de Auschwitz, testigo directo y víctima de aquel horror.

Ni bien se presenta como sobreviviente del holocausto, Juan me mira impactado "¿Vivió todo eso?". No lo puede creer.

Sus palabras son, sin dudas, lo más conmovedor de todo el acto. Su relato y también sus reflexiones  tan lúcidas, tan agudas y tan emotivas.

Lea habla del hambre, del miedo, del dolor. Y habla del valor y la heroicidad de esos jóvenes que se resistieron al ejército nazi.

"Un levantamiento fuera de lo común, un hecho que cubrió de Gloria a un pueblo que luchó tan terriblemente por la vida, por la libertad" nos dice.

Unas semanas antes, Lea ya había sido llevada a Auschwitz junto a otras personas, cuenta, pero las noticias llegaban: "El último grupo de cincuenta mil que quedaban en el ghetto todavía, decidieron morir, no suicidarse, sino morir luchando contra los asesinos, sin armas casi, hambrientos, harapientos, famélicos, con botellas de querosén, con alguno que otro revólver, lucharon y mantuvieron en vilo, durante tres semanas al ejército más importante de entonces".

De eso se trata este acto. De eso se trató siempre. De enfrentar al monstruo. Del gran acto de dignidad. De defender la vida. 

El Holocausto fue un crimen hacia toda la humanidad y la lucha contra el nazismo es la lucha contra el poder asesino que siempre acecha.

Casi al final, nuevamente fueron las palabras de Lea las que cerraron el acto: “En nombre de la última mirada de mi madre con mi hermanito en brazos antes de entrar a la cámara de gas" dijo, y siguió “Por el millón y medio de los bebés; de los niños; de gente como yo y ustedes; de gente joven que quería vivir, quería crecer, quería estudiar, quería trabajar, quería amar y formar familia; en nombre de los seis millones de seres humanos, en nombre de todas todos ellos: Queridos mártires,  queridos héroes que nos cubriste de gloria, gracias, gracias por el fuego".

***

Me conmueve escuchar a Lea. Pienso en ella, en las Madres de Plaza de Mayo, en las abuelas. Pienso en la fuerza de la vida, en el amor.

Escucho a Lea y entiendo por qué estoy acá, de pie, sintiendo en todo el cuerpo la historia que es mi historia también y la de toda la humanidad. 

Somos un terrón de esta tierra y hay veces que eso me emociona.




Comentarios

  1. Yo participe del dale y allí estuve compartiendo con ese hijo hermoso y dos,amigas inigualanlemente queridas este hermoso y emocionante homenaje seguimos,en la lucha aquí y allá

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  2. Enfrentar al monstruo, de eso se trata. Y nos damos cuenta que es posible derrotarlo o por lo menos darle pelea. Pero hay que decidirse a hacerlo. Cuando vi la pelicula me quedó una frase" las balas les entraban tambien a ellos". Qué experiencia para Juan.

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    Respuestas
    1. Me gustaría saber de qué película se trata. Y sí, hay algo de David y Goliat en esa fuerza increíble que surge de la lucha por la vida.

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  3. Solo el odio puede hacer semejante crimen y barbarie.
    Gracias por compartir la experiencia con Juan.

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