Hongos venenosos
Los comentarios despiadados crecen como hongos venenosos. Aparecen de la nada y se dispersan por las redes.
Ella responde, pese a la violencia. Responde con suavidad, y también con firmeza.
No se habla de los cuerpos ajenos, dice; no se habla de las caras. No se habla de los otros.
Una década de dolor guarda su cuerpo.
No se habla de los cuerpos ajenos, dice.
Cuando vi ese video, hace unos meses, me subió la sangre al bocho. Me pasa siempre con los haters, los odiadores seriales, esos hongos que aprovechan el anonimato de las redes para expandir su veneno. Últimamente trato de contenerme para no responder, para no enredarme en batallas imposibles.
"Los leo y me dan lástima", lo dice casi con ternura. Vaya a uno a saber qué inseguridades, qué complejos se ponen en juego en esos comentarios despiadados, comenta.
Hongos venenosos.
Eso son.
Señalan nuestras imperfecciones, se burlan. Y cuando sentimos vergüenza, miedo; cuando intentamos esconder, cambiar, tapar, nos exponen.
Hongos venenosos.
No crecen de casualidad. Aparecen cuando el ambiente les es propicio, y eso, generalmente, pasa siempre.
Las redes, las publicidades, los medios de comunicación son ámbitos favorables para que el veneno aparezca.
Este sistema daña nuestros cuerpos, nos vende el sueño de que la belleza es poder.
Así estamos ocupadas, distraídas, ensimismadas, escondidas en los pliegues de nuestros cuerpos imperfectos, buscando como Alicia las puertas para salir de la inseguridad.
Miro el video, la escucho.
Espero es que en esas últimas horas haya estado acompañada y rodeada de amor.
Espero que pague quien profanó su cuerpo.
Espero que algún día destruyamos ese mundo de fantasías que el patriarcado nos vende para tenernos sumisas.
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Principio de los '90. Verano.
Tengo veinte años y estoy mirando la revista de un diario conocido. Tiene más publicidades que notas y no puedo dejar de mirarlas. Estoy como hipnotizada. Ocupan toda la hoja y promocionan jeans, perfumes, zapatos.
Da igual.
En todas las publicidades lo importante son ellas, las mujeres hermosas. Yo quisiera ser así, alta, espigada.
En esos años nadie habla de la diversidad de los cuerpos, nadie me dice que todos los cuerpos son diferentes, y en el fondo siento culpa porque podría hacer algún deporte, o comer menos y quizás me parecería, aunque sea un poco a todas ellas.
Pero están en otro plano.
Siento que se burlan.
Las mujeres hermosas de las revistas se burlan y las odio.
Todos los veranos las odio un poco.
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"Nuestros cuerpos no pueden ser depósitos de basura" dice Mariana Enríquez.
Para el sistema somos basura.
Nuestros cuerpos pueden usarse y tirarse.
Cuerpos enterrados, arrojados en bolsas de consorcio.
Cuerpos profanados.
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Serías linda si...
... te arreglaras (¿acaso estamos rotas?).
... adelgazaras.
... te vistieras mejor.
... te maquillaras un poco.
... no tuvieras esa nariz, esa boca.
Si...
Hongos venenosos. Cuidado por donde caminás, tené cuidado.
Pequeños soldados del sistema que nos dicen qué hacer con nosotras mismas, como si nuestro solo deseo no alcanzara.
Depilate, teñite, adelgazá, arreglate las uñas. Operate.
Sacate, ponete.
Mostrá un poco, no muestres tanto.
Frígida.
Puta.
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¿Qué te pasó en el ojo?
Hace muchos años, cuando andaba por los treinta y monedas, tuve un pico de hipertiroidismo. Como consecuencia uno de mis ojos estaba como inflamado. Creo que se llama exoftalmos, el ojo se siente seco y es una sensación un poco molesta.
Durante unos cuántos meses ese ojo inmenso, fue mi mayor preocupación.
La verdad es que no había dolor ni era demasiado incómodo.
Pero las miradas.
Las preguntas.
Los comentarios.
¿Qué te pasó en el ojo?
¿Qué te pasó?
Salir a la calle, ir a la escuela, ir a una fiesta. Todo era difícil.
Cualquier persona podía empezar una conversación hablando de mi ojo, cualquier persona podía preguntar, cuchichear, opinar sobre mi aspecto o simplemente mirarme con pena..
Los hongos venenosos crecían a uno y otro lado. Pocas veces pude esquivarlos. Cuando uno percibe la anomalía, la deformidad que carga, queda expuesto y vulnerable.
Cuando nuestras defensas se quiebran, los hongos invaden nuestro mundo íntimo. Se apoderan de las luces y de los espejos y deforman todo lo que vemos.
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Sentir culpa, siempre.
Culpa porque no te ocupaste.
Culpa porque te ocupaste demasiado.
Porque estás descuidada.
Porque estás obsesionada.
Porque no te importa nada.
Porque te importa todo.
Los hongos crecen aquí y allá.
En las publicidades, en los comentarios cercanos, en los medios, en los consejos de las amigas, en las bromas.
No es tu culpa, ni la mía.
No fue culpa de ella.
La violencia estética es una de las forma más eficiente de disciplinarnos, de entorpecernos, de aturdirnos.
No somos inmunes a la carga que cada día, desde pequeñas, cae sobre nosotras.
Prestá atención ¿Cuántos mandatos de belleza recaen sobre nosotras? ¿Cuántos de esos mandatos se relacionan con la idea de éxito personal?
Ser linda, joven, flaca.
¿Quién no quiere ser aceptada, valorada, elogiada?
No te arrugues.
Vení con el cuerpo que tenés, llevate el que querés.
Decile adiós a las canas.
¿Por qué nunca estas publicidades están dirigidas a un público masculino?
Hay demasiado dinero invertido en la industria de la belleza de la mujer.
Hay mucha, muchísima presión ejercida desde los medios de comunicación
Todo aquel que tiene el poder de comunicar tiene a su vez la responsabilidad de decidir si va a perpetuar estos mandatos o si decide quebrarlos.
Cuando el periodista le pregunta a la actriz por su look y no por su trabajo.
Cuando las revistas publican fotos mostrando cuan envejecida está una y que tan obesa está la otra.
Cuando el conductor juega a cortar parte de la pollera de la participante.
Cuando las revistas cuestionan los "cambios" en el aspecto de tal o cual actriz.
Cuando no cuestionan.
Cuando no les incomodan las asimetría, las prácticas violentas hacia los cuerpos.
Ellos, con todo su poder, también son responsables.
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No es posible denunciar los daños que provoca la violencia estética sin cuestionar al patriarcado.
Y no es posible denunciar los daños que provoca la industria de la belleza sin cuestionar al capitalismo.
Para que esto se termine hay que tirarlo abajo.
No hay otra.
Hay que tirar todo abajo y aprender a querernos como somos
ResponderBorrarAsí es!💪💚
BorrarHay que mandar a pasear al opinador tóxico, sea una abuela, madre, amigo, cajera, entrenadora, médico o aunque seamos nosotros mismos.
ResponderBorrarTotalmente, hay que desarmar esos discursos tan incorporados. Abrazo!💚
BorrarAmo mis canas. "Revolución de las viejas" = cabellos blancos.
ResponderBorrar👏👏👏👏👏💜
BorrarExcelente Clau,pensaba en esos hongos venenosos, crecen en tantos lugares, tienen tantas formas...
ResponderBorrarSí, tenemos que andar atentos.
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