La lógica del traidor

Hace algún tiempo publiqué un posteo en el que proponía "hablar de economía". Decía, en ese texto, que aunque no fuese economista, cada día me enfrentaba a la realidad de administrar la economía de mi hogar, nada más y nada menos. 

Ahora vuelvo a pensar en esa idea. 

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Hace muchos años que administro números imposibles. Saco de un lado para poner en otro, priorizo, selecciono, invierto y por supuesto, recorto. 

Eso es lo más difícil, pero no queda otra.

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Recortar. 

Cerrar, suspender, desmantelar.

Esas palabras que tanto le gusta usar a este gobierno. 

Esas palabras que repiten como loros sus seguidores.

No hay plata, dicen. Hay que recortar.

Ustedes no entienden, nos explican.

No es verdad que el gobierno esté en contra de las universidades, es que no hay plata.

No es cierto que el gobierno quiera cerrar un hospital, es que no hay plata.

No se trata de que el gobierno desprecie a los jubilados, es que no hay plata.

No-hay-plata

¿Entendés?

Lo dicen todo el tiempo, lo dicen cuando bajan el impuesto a la riqueza, lo dicen cuando invierten en armas carísimas para reprimir, lo dicen cuando destinan partidas millonarias a los servicios de inteligencia.

No hay plata, nos dicen, mientras exhiben su desvergüenza. 

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Lo que pasa es que no entendés nada.

Ni vos ni tus amigos ni tus parientes.

Cada vez que algún periodista cuestiona las acciones del gobierno, cada vez que hay una manifestación para reclamar, cada vez que la oposición cuestiona sus acciones.

Vos no sabés, vos no entendés.

Pero sí entendés.

Sí entendemos. 

Entendemos más de lo que ellos quisieran.

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¿Cómo no entender?

Tenés un ingreso económico que cada vez rinde menos y tenés que administrarlo, "hacerlo rendir", estirarlo.

Si queda algo lo invertís, pero últimamente no queda nada, y entonces tenés que establecer prioridades.

Tenés que proponerte un plan. Eso quiere decir que vas a decidir en qué se gasta, cómo se gasta, cuándo y por qué.

¿Mirá si no vas a entender?

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Desde una pantalla el presidente nos insulta y nos trata de burros. Nos explica con cuentas absurdas y números imposibles que estamos mejor, que los sueldos le ganaron a la inflación, que el déficit fiscal... 

Pero hay una realidad que no admite palabras.

La economía no es una discusión de escritorio sino el intercambio que surge en la calle, en el hogar, en los comercios. 

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Mi casa es mi pequeño país. 

Convivimos, construimos, producimos, gastamos. Y por eso es imprescindible establecer criterios para administrar ingresos, egresos, según las necesidades. 

En el hogar, igual que en el país, los números no cierran. La plata no alcanza para todo y es ahí dónde empiezan a pesar los intereses, las especulaciones, las proyecciones.

¿Qué hago con ese ingreso?

¿Le digo a mi hijo que ya no puede ir más a la escuela porque no tenemos plata para los útiles? 

¿Podría dejar de comprar comida?

El tema, lo sabemos bien, es establecer prioridades.

La educación no se toca.

La comida tampoco. 

Seguramente puedo restringir, elegir; priorizar un producto sobre otro. Decido comprar a cooperativas y producir algunos alimentos en lugar de comprarlos. Decido invertir en materiales duraderos antes que descartables.

También trataremos de reducir otros gastos. Cuidar lo que tenemos. Menos compra de ropa, no hay salidas costosas.

Por suerte podemos acceder a actividades y a espectáculos gratuitos. Todo eso es fundamental para mí y para mi familia. 

Mi casa es mi pequeño país.

Hay poca plata. Pero decidimos.

En mi país la educación y la salud son prioridad y están fuera de toda discusión. 

En mi país la comida no debe faltar y jamás dejamos que se pudra en armarios y alacenas. 

En mi país no gastamos en armas sino en arte.

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La lógica del estafador

El estafador te ofrecerá una oportunidad única, vas a enriquecerte. Pero primero el sacrificio, el acto de fe.

El estafador tratará de confunfirte con cuentas y promesas absurdas mientras acumula lo que te quita.

El estafador necesitará de un grupo de adeptos, personajes ambiciosos que crean en él y en sus mentiras. Personajes dispuestos a humillar y a prepotear a los que cuestionen las promesas del estafador. 

Aunque tarde o temprano ellos también serán estafados, por supuesto. 

Esa es la lógica del estafador. 

En su nuevo disco, Charly García nos cuenta la historia del escorpión y de la rana. El escorpión le pide a la rana que confíe en él y lo ayude a cruzar el río. La rana acepta pero finalmente, a pesar de sus promesas, el escorpión no pudo evitar picarla. "Es mi carácter" dice, como sentencia de muerte. 

Esa es su esencia.

Esa es la lógica del escorpión, picar y destruir.

No es posible confiar en sus promesas, porque tarde o temprano dañará a quienes lo rodean.