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Mamá

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Nunca fue fácil ser la hija de mi mamá.  Mi mamá: Un ejemplo, una fortaleza viviente, un símbolo de lucha y autosuperación. Un monumento. Nunca fue fácil ser la hija de ese monumento. Diría más: No fue fácil sostener un monumento. Mi mamá, la del bello nombre musical “Tamara”, todo con A, raro de encontrar en mujeres de su generación, lógico sin embargo para una mujer descendiente de rusos polacos. A caballo Tamara, recorriendo su infancia en un mundo de “gauchos judíos”. Tamara la militante, la obrera, la defensora de un mundo mejor, la que caminó los barrios, recorrió calles y callecitas, siempre enamorada de algún compañero de “la causa”, creyendo poderosamente, ardorosamente, en cambiar el mundo. Mi mamá, la del diagnóstico fatal, allá lejos, hace más de cuarenta años, “Distrofia muscular progresiva”.  La que no se quedó quieta y llorando, la que se auto inmunizó de su propio mal y lo negó hasta creer que no existía.  La que se casó y tuvo dos hijas, fingiendo que nada pasaba. Mi m

A rodar y a rodar mi vida

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"El lunes empecé patín. Y estoy feliz, con esa felicidad que se te mete adentro y rebalsa por toda tu cara.    Hacía rato que andaba con ganas, y Silvana me dio un empujón. Así que fui hasta la baulera y desempolvé mis viejos patines Leccece. Fer los ajustó y me los puse. Empecé a hacer equilibrio, apenas, sobre el parquet.    Fer dice que mi cara era la de una nena de diez años, y yo vi, de verdad, en el fondo de su mirada, que miraba a una nena de diez años.    Yo creía que mi infancia había sido una verdadera cagada. De verdad. Siempre que me acuerdo es un bajón y agradezco estar aquí y ahora, dónde y cómo yo estoy eligiendo.     Pero con los patines es diferente la cosa…  porque la pasaba muy muy bien: la calle, la vereda de cemento lisito del almacén mayorista de Toto, que iba bien en bajadita, el viento en la cara, la velocidad, la risa. Y la barrita de chicas que salíamos a andar en patines y los varones que andaban en bici. Estaba bueno…    Se lo conté a mi hermana: la muy