Quino


 Los libritos de Mafalda estaban en los estantes más altos de la biblioteca de mis viejos, casi tocando el techo.

Una vez, con mi hermana trepamos entre los estantes y descubrimos el tesoro.

Después de eso, los libros descuajeringados y sus hojitas sueltas andaban por toda la casa.

Con mis primos, también pequeños, leíamos cada historia una y otra vez. Usábamos la palabra "sopa" como la peor de las malas palabras y cuestionábamos el mundo adulto como creíamos que lo haría Mafalda.

Crecimos con Quino, con su arte, con su magia.

Compartimos su mirada inteligente y sensible del mundo.

Nos reímos y nos emocionamos con sus historietas.

Aprendimos a amarlo.

No sé si existen personas más queridas por tanta gente.

Durante décadas Quino entró a todas nuestras casas; entró con su humildad a cuestas, con su empatía, con su complicidad.

Y lo amamos sin discusión.

Porque... quién no se sintió alguna vez, en algún momento, un personaje creado por su pluma?

Por allí Mafalda y su deseo de cambiar el mundo.

Más allá Susanita, soñando con su príncipe azul.

Y Manolito, tosco y obstinado.

Y Felipe con sus culpa a cuestas.

Y Guille y Libertad.

Amados todos ellos.

Amado Quino.

Quizás, amigos míos, quizás todos nosotros seamos criaturas creadas por la pluma del maestro.

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