La marea



Me preguntaba hoy como se habrán sentido aquellas mujeres que lucharon por obtener el voto el día que fueron a las urnas por primera vez. Cómo habrán festejando? Se habrán abrazado? Habrán llorado juntas?

Pensaba en todo esto anoche, de madrugada, cuando los chats y los mensajes en las redes iban y venían. Pensaba en lo hermosa que es la sensación de compartir un deseo, un sueño, una lucha.

Hoy la lucha por nuestros derechos nos encuentra, nos reúne, nos hermana.

Estas certezas de hoy quizás no fueran las mismas en el pasado para nuestras antecesoras.

Quizás se sintieron solas, incomprendidas.

Quizás en su lucha no hubo mareas verdes ni rojas ni violetas.

Fueron las que vislumbraron por dónde debíamos ir.

Y abrir el camino siempre es lo más difícil.

Como Alfonsina en La loba, tan lejos de las ovejas, tan temida. Tan difícil todo.

En ese sentido creo que la lucha por la legalización del aborto es sin dudas una gran conquista de muchas otras que vendrán. Pero lo que realmente nos deja como ganancia este camino recorrido, es el encuentro, es nuestro encuentro. Es el abrazo en la derrota y es el abrazo en el festejo.

Porque durante siglos nos enseñaron a no querernos, a competir unas con otras, a cuestionar a las pares. Nos enseñaron a estar divididas, a juzgarnos con la vara más alta y más cruel.

Lamento muchísimo no haber estado tantas veces para abrazar fuerte a aquellas amigas que necesitaron de nuestra comprensión. Creo que no pude, no supe.

Hoy sin dudas escucharía y abrazaría más.

Durante siglos la historia nos aisló, nos encerró en burbujas individuales para que no molestáramos. 

Porque juntas somos peligrosas. 

Porque juntas somos imparables.

Pero ya está.

Acá estamos.

En el encuentro y en el abrazo.

En la comprensión y en la valoración.

Estamos juntas y esto recién comienza.



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