La biblioteca es un lugar

 La biblioteca es un lugar. 

Qué cosa interesante.

Y ojo que no me refiero a la biblioteca popular o comunitaria, o a la biblioteca universitaria; ni siquiera me refiero a la habitación que en una casa funciona como bibblioteca.

No, es más simple. 

Y más complejo.

Me refiero a la biblioteca en su sentido más elemental: las estanterías colmadas de libros, los estantes con sus lomos alineados, la pila de libros arriba del escritorio.

La biblioteca personal.

Es un lugar.

Fijate que uno puede entrar en ella aunque no haya puerta.
Fijate que uno puede recorrerla aunque no tenga piso.
Fijate que hasta podés llegar a distintos lugares y momentos de tu propia historia.

Uno entra a la biblioteca.

Uno se asoma.

La biblioteca es un lugar que te lleva a otros espacios y a otros tiempos.

Por ahí hay una plaza llena de sol, y fue dónde leíste por primera vez ese libro. Sí, por primera vez, porque algunas personas tenemos esa malísima costumbre de volver a los libros como se vuelve a los lugares que una vez disfrutamos.

Más allá en esa noche cerrada, oscura, están los libros con los que te empujaste a aprender a sentir el miedo y el dolor de una buena historia.

Los libros tienen olores, ya lo sabemos, y en algunos estantes huele a infancia, porque nunca te pudiste desprender de esos libros, y cada vez que los abrís recuperás un poco de las emociones que sentías en aquellos años.

Seguís recorriendo.

Entre los libros, sobre los estantes, en cada recoveco, hay pasillos, corredores.

Una vez, allí, en alguna encrucijada, descubriste a Cortázar, y te enamoraste. Literalmente, lo amaste. Amaste aquella imagen suya en blanco y negro, con el cigarro entre sus labios y la mirada distante; amaste aquellas grabaciones que conseguías en cassette en las que se oía su voz cadenciosa y profunda, y esa "egue" ondulante tan propia. Lo amaste sin condiciones en cada uno de sus relatos, dispuesta siempre a ser sorprendida y fascinada.

Tuviste muchos y varios amores en tu biblioteca a lo largo de la historia: Richard Bach, Murillo, Benedetti, Bradbury.

Y también tuviste buenas amigas y grandes consejeras: Alejandra, Alfonsina, Lili Bodoc.

Cada libro fue un tiempo y es una historia.

Hojas dobladas hacia adentro que te indicaron los versos que nunca debías olvidar.

Algunas anotaciones en los márgenes son señales, aprendizajes, descubrimientos que alguna vez te deslumbraron.

Hojas de árboles, pétalos, envoltorios de alfajores y boletos te dan la certeza de que estás en otro lado, en un lugar otro que no es el cotidiano.

Los libros apilados, fuera de los estantes y muy cerca de tu mano dan cuenta de dónde estás hoy, o dónde querés estar, o hacia dónde querés ir.

Tomás distancia y mirás tu biblioteca desde lejos.

Viajaste mucho.

Pero sin dudas, la biblioteca es un lugar al que siempre regresás.






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