Parte del arte

"Ayúdame a mirar" había dicho el niño, en aquel cuento de Galeano, ante la inmensidad del mar.

Esa frase me vino a la mente cuando entré con Juan a "Imagine", la muestra inmersiva de Van Gogh en la Rural.

En cuanto atravesamos la entrada, la melodía de los violines nos envolvió y de pronto las imágenes  estallaron por todas partes. Un sacudón en todo el cuerpo, piel erizada. Ahí estaban los girasoles, aquí, allá, inmensos. Y también las ramas delgadas de los almendros con sus flores y por supuesto los lirios.

Otro sacudón. Los ojos se humedecen. Todo es emoción. La música nos envuelve.

Con Juan empezamos a caminar. Hay gente charlando, gente sentada, acostada. Nos sentamos por ahí y dejamos que los colores y las imágenes nos sorprendan.

Ahora es de noche, por todas partes es de noche. Noche estrellada.

Amo ese cuadro. Sé que no soy original, pero por qué debería serlo? La noche estrellada siempre me produjo una increíble fascinación. Mi vista se pierde ávida entre los pastizales y entonces miro hacia arriba, por todas partes el cielo inmenso repleto de pequeños soles brillantes. 

Es algo que en general me ocurre con los paisajes de Van Gogh. No me producen paz ni comodidad sino más bien todo lo contrario. Son inquietantes. 

Hace muchos años, leí Moulin Rouge, una bella novela de Pierre Le Mure, sobre la vida de Toulouse-Lautrec. La novela me encantó y recuerdo muy especialmente un capítulo dedicado a Van Gogh. Las descripciones de los colores, las imágenes me deslumbraron tanto que una noche soñé con aquel cielo estrellado. 

En esta exposición, por todas partes es noche estrellada, pero esta vez sobre el Rodano, y las las luces se reflejan en las agua. Juan me dice que parece que el agua se mueve, y es verdad. Nada esta quieto aquí.

Como esta oscuridad que nos rodea. Apenas nos vemos pero entonces todo empieza a iluminarse lentamente y un sol de amanecer se refleja en las paredes y en nuestros rostros.

Otro recuerdo. Los sueños de Akira Kurosawa, la pequeña historia sobre Van Gogh y mi deseo de poder sentir algo parecido a lo que le sucede al protagonista. Mi deseo de entrar a esos paisajes, a esas historias, andar entre amarillos y naranjas y verdes y azules.

De eso precisamente se trata esta experiencia. Juan y yo, y esos chicos acostados  boca arriba, y esa família y aquel y esa otra y todos somos un pedacito de cada obra. Las imágenes se adhieren a nuestros rostros y a nuestros cuerpos que se colorean y se llenan de dibujos. La mano de Juan por un momento es un pedacito de un cuadro. 

Oscar Wilde estaría fascinado. Todos alli somos, en cierta medida, obras de arte.

Entonces la sala se llena de más paisajes, nuestras miradas escrudiñan los campos amarillentos y se pierden junto a la bandada de cuervos que presagian el final.

Después aparecen campesinos y mujeres con pañoletas en el pelo. Dice Juan que algunas de ellas se ven muy tristes.

Y los autorretratos. Uno y otro y otro y otro. Esos ojos que nos interpelan desde todas partes. Esos ojos. No es posible quedarse pasiva ante esas miradas. Es preciso involucrarse. 

Esa es la emoción que sentí, la de estar involucrada en cada obra. Nuestros cuerpos teñidos de colores y nosotros caminando entre esas imágenes, por aquellos caminos, en aquellas calles.

Abrir los ojos enormes, mirar mirar mirar, emocionarse y mirar. En todas las direcciones. 

Mirar aquellos colores feroces que nos perturban, que nos estremecen, que nos movilizan. 

Y no parar de emocionarnos.


Si querés dejá tu comentario.
Si te gustó por favor compartilo.

Si querés saber cuándo subo una nueva publicación, seguime en Instaguram: @clauszel



Comentarios

  1. Hermoso tu relato Claudia como siempre.
    Lo negativo que está muestra tendría que ser disfrutada, vista y sentida por todes les que le deseen. El arte debe ser para todos y todas.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias Sil! Coincido, para mí fue un enorme esfuerzo comprar las entradas. Pensaba qué hermoso sería llevar a nuestros alumnos.

      Borrar
  2. Como siempre, me quedo maravillada con ese don que tenes Claudia, de traducir en palabras los sentimientos! Quede atónita con esta muestra inmersiva... A mi me encantó... Hay que gente que he leí comentarios que esperaba más... A mi particularmente me fascinó! Y me fui pensando, como. Buena docente... Como hago para hacer una muestra inmersiva en mi jardín... El arte siempre provoca emociones, sensaciones, sentimientos.... Me quedé pensando luego de leer un poco de la historia de la corta vida de Van Gogh, como el arte fue el medio para vivir su locura y no pasar por esta vida inadvertido... Ojalá todo el mundo pudiera acceder a la muestra y sambullirse en el mundo maravilloso del Arte!

    ResponderBorrar
  3. Claudia el comentario anterior es mio! Te quiero 💜

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Qué buena idea hacer algo así en la escuela!!! Carburando 24x7!!!

      Borrar

Publicar un comentario

DEJAME TU COMENTARIO!😌

Entradas más populares de este blog

Una soledad propia

Como sapo de otro pozo

La alegría es un derecho

Yo, docente

Cien años de amor

Hasta siempre Rafa. La voz y el alma.

Araceli

Pedacitos de poesía

El vulgar irreverente

Territorio: donde nombro al recuerdo