Esto que también es docencia

Hay historias que merecen ser contadas.

Historias cortitas pero que cuentan muchísimo.

Historias como esta.

Un día cualquiera te cruzás con una ex alumna.

Hace mucho que no la veías y te alegrás un montón. Van a tomar un café y empiezan a conversar.

Hay tanto para hablar.

Hablan sobre maternidad, sobre el futuro, sobre la familia. Critican la meritocracia, conversan sobre educación.

El tiempo pasa y la conversación no quiere terminarse.

En algún momento te dice algo muy hermoso. Te dice que vos fuiste muy importante para que ella se animara a seguir estudiando. 

Vos te emocionás, aunque también te da un poco de vergüenza.

Cuando una ex alumna te dice algo así sentís que a lo mejor algo tiene sentido.

Pero hay algo más, te dice, algo que quiere contarte, algo que pasó hace mucho tiempo.

Entonces te cuenta una historia. La historia de una relación signada por el maltrato y la violencia, esa violencia que no se ve pero se siente en todas partes. Te cuenta que le costó, pero que finalmente, después de idas y venidas pudo terminar, pudo decir basta. Pero entonces, te cuenta, empezó otra historia, la del acoso, la de las persecuciones, la del hostigamiento. En la calle, en las redes, en cualquier parte aparecía él. Te cuenta que muchas veces sintió miedo, pero que un día se animó y cuando lo vio, juntó coraje y fue directamente a encararlo, a decirle que no la molestase más: "¿Sabés qué? Yo tengo una profesora que está con todo eso del Ni una menos, y si me seguís molestando te va a denunciar" le dijo, y desde entonces, me cuenta aliviada, no volvió a acosarla nunca más.

Vos no militás en el movimiento Ni una menos y se lo decís. "No importa", te dice, y sabés que es cierto. Ella, que comparte con vos algunas redes, ve tus fotos en las marchas, lee tus posteos, conoce tu militancia. Sos docente, de izquierda y feminista. Y aunque no siempre tus ideas son compartidas por tus alumnas, hoy las unieron, hoy sirvieron para que una pibita pueda decir "Basta, hasta acá".

Las dos se ríen con complicidad. 

"Hace mucho quería contarle esto", te comenta. Sonreís y agradecés por este recuerdo que te acaba de obsequiar.

Se despiden con un abrazo y te quedás pensando en esas frases que a veces escuchás en tono de queja, eso de que ahora ya no se puede decir ni hacer nada porque por cualquier cosa te pueden denunciar. Y no, claro, es cierto, no se puede decir y hacer cualquier cosa, pensás.

Y mientras te vas caminando, pensás en todo eso, y en que la docencia tiene varias puertas que ni vos misma conocías:

"Docente luchando también está enseñando" pensás.

Está bueno.


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