Maternar en vacaciones

En la parada hay una cola larga. Parece que hace un rato que el colectivo no pasa.

_ ¿Te fijaste que son todas mujeres con chicos? _me dice mi amiga.

No me había dado cuenta, pero ahora presto atención y veo que tiene razón. La mayoría son chicas jóvenes. Pueden ser madres, tías, o hermanas mayores. Mujeres con niños de la mano, en brazos, o corriéndolos y llamándolos por ahí.

Y yo también.  Estoy con mi amiga y con mi hijo. Soy una más.

En las vacaciones las calles, las plazas, los cines, los bares de comida rápida, todos son ámbitos ocupados por cientos de chicos y de mamás.

Con mi amiga recordamos las quejas que tantas veces hemos escuchado. Esta invasión infanto maternal produce revoleo de ojos, comentarios despectivos, chistes. Para ser sinceros, me recuerdo a mí misma en esas quejas, cuando aún no era madre.

Las madres y los niños son como una plaga para los demás, una plaga inmensa, que avanza con su bochinche de gritos, risas y berrinches a cuesta; persiguiendo a los pibes que andan gritando y corriendo por ahí.

Una vez más, la pregunta: ¿Y los papás? ¿Dónde están los papás, los tíos, los hermanos?

Trabajando, me dirán, o descansando de una dura jornada de trabajo. 

Seguramente.

Pero muchas de estas mujeres que andan con los pibes de aquí para allá resulta que también trabajan, dentro o fuera del hogar, y a veces dentro y fuera del hogar. También están cansadas. 

Por lo general, las que se ocupan de la diversión de los niños son mujeres.

Y cuando encontramos a un varón que pasea con sus hijos, que se ocupa de todo esto, lo felicitamos como si fuese un absoluto acto de valentía y heroísmo.

Tenemos tan naturalizado nuestro rol de cuidadoras, que aún en el descanso, seguimos cuidando en soledad, como un hecho dado. Pero no somos heroínas, somos unas pesadas.

Es tan clara la asimetría.

Hace tiempo que soy una pesada más. Y por supuesto hago todo aquello de lo que me quejaba.

Las madres andamos por todos lados.

En vacaciones seguimos maternando.


Maternar en vacaciones 


Desde que mi hijo era muy pequeño siempre organicé nuestras vacaciones y no solo disfruté siempre un montón sino que además me sentí extraordinariamente ingeniosa y atenta por estar al tanto de tal o cual espectáculo gratuito, de aquel ciclo de cine o de aquella muestra en un museo. 

Hace años que organizo mi agenda y busco actividades gratuitas, hago colas, saco entradas. Soy una buscadora de diversión.

Los recuerdos se amontonan y suman experiencias hermosas.

Después vino la pandemia y solo hubo plaza y pelopincho, así que este verano por fin volvimos a disfrutar. Yo lo estoy aprovechando al máximo, porque sé que dentro de un par de años no seré ya la generadora de esos momentos de diversión de mi hijo. Los chicos crecen rápido, me dijeron tantas veces. Siempre me hacía gracia esa frase, pero ahora la siento de verdad, y sé que estos momentos se van a ir pronto y los voy a atesorar toda mi vida.

Dicho todo esto, quiero agregar que si nos preguntaran a cada una de las mamás, tías, hermanas o personas que maternan, qué nos gustaría hacer en vacaciones, seguramente ninguna elegiría la película de Disney en el cine, ni la cajita feliz de Mc Donald, ni el banco de la plaza.

No son las vacaciones que elegiríamos.

Muchas quisiéramos un descanso sin la responsabilidad de entretener, generar diversión u organizar el tiempo libre de otras personas.

Esto que parece una tontería, para mí de pronto se vuelve una revelación, porque aún en período de descanso, aún disfrutando de buenos momentos, seguimos siendo las que cuidamos. Y al final del día, muchas veces, estamos tan cansadas como si hubiéramos trabajado. 

Alguien podrá plantearme que existe la opción de enviar a mi hijo a una colonia. Por supuesto, en muchas familias es una buena opción. Pero ojo, que aún así, organizar los horarios, preparar el bolso, la vianda, todas esas acciones serán ocupaciones nuestras.

Agrego que la realidad económica y social que atravesemos cada una de nosotras determinará también de cuáles herramientas disponemos para resolver situaciones. Pagar un espectáculo o buscar actividades gratuitas, tener que trabajar o tener tiempo disponible,  contratar una persona que cuide o arreglarnos con algún familiar. Cuántas más limitadas son nuestras posibilidades económicas, mas cuerpo ponemos a las situaciones y más espacios públicos necesitaremos ocupar con nuestros hijos o hijas. 

Ni siquiera el momento de descanso y esparcimiento es igual para todos y todas.

Reitero que muchas veces disfrutamos un montón, no somos almas sufrientes ni mártires de las vacaciones, no pasa por ahí. Esto lo quiero repetir todas las veces que sea necesario. Porque al parecer si no la pasemos muy mal el resto del mundo no entiende cómo funciona esta injusta distribución de roles. 






 


Comentarios

  1. ....No seré ya la generadora de esos momentos de diversión de mi hijo ....esta es una afirmacion que ya esta empezando a revertirse ya que Juan se genero su propio espacio , su propio juego su propia diversion eso si , vos atenta con la mirada , esa mirada que tambien a veces cansa a las mujeres , Me encantan tus escritos

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