De este lado

_ Perdimos _me dice ella_ al final el amor no venció al odio.

La frase es un golpe seco.

_ Creímos, pero no. Ganó el odio.

La tristeza que habita las palabras y las miradas rompe la corteza y se hace raíz.

Intento palabras de consuelo. 

Le digo algo más o menos tonto, pero que creo. Le digo que la lucha entre el bien y el mal no se termina nunca, que esta vez perdimos pero quizás ganemos la próxima. 

_ El amor sí vence al odio _ le digo_ sino fijate cómo nos buscamos, nos abrazamos. 

El amor es una herramienta. 

En estos días los encuentros y las conversaciones son necesarios. Repasamos los hechos, buscamos, analizamos, nos quejamos, elaboramos pequeños planes.

Todos los días busco las voces y los abrazos amigos.

Sostengo y me sostienen.

Un llamado y la voz quebrada.

Alguien escribe algo por ahí.

Seremos refugio dice Lala y yo quisiera hacer una pancarta gigante con esa frase.

Me pregunto qué voy a hacer cuándo no llegue, cuando no pueda.

Otra vez el saqueo, material, emocional.

Perdimos. El amor no venció al odio. 

Es cierto.

No esta vez.

Necesitábamos mucho más que frases lindas para ganar.

Pero sólo quedaron las cáscaras vacías.

Las cáscaras vacías no construyen más que fachadas.

Las cáscaras vacías cayeron y se quebraron en mil pedazos.

¿Cómo venceremos al odio?

Ahora es tiempo de ser refugio. 

Ahora es tiempo de cuidarnos. Cuando no podamos, cuando tengamos miedo, cuando duela, cuando falte, tendremos la solidaridad.

Porque la solidaridad está de este lado.

Y es por eso, precisamente, que sabemos que no estamos del otro lado del espejo.

Cuando tengo dudas miro a mi alrededor. 

Miro.

De este lado, el poeta, la artista, la madre que lucha, la abuela que busca.

De este lado las cooperativas, la solidaridad, la biblioteca popular, el Centro Cultural, la escuela pública. 

No necesito saber más.

Acá me quedo, no me mueve nadie, nunca.

Porque de este lado siempre encuentro belleza entre los escombros, ternura en medio del dolor.

De este lado, cuando ya no estemos aturdidos, quizás podamos entender que sólo habrá justicia si transformamos la realidad, profundamente. 

Un día vamos a aprender, nos vamos a juntar,  nosotros, los que siempre estuvimos del mismo lado. Nos vamos a juntar y vamos a construir política. De la buena. Y no vamos a permitir que ningún discurso personalista, vanidoso, sectario nos vuelva a separar.

Y construiremos un mundo nuevo.

No sé cómo llamaremos a ese mundo, no sé qué nombre le pondremos. Pero tiene que ser distinto.

Nos importará la calidad de vida, de todos, y no la acumulación de riquezas. 

Transitaremos espacios públicos, escuelas, hospitales, museos, en buen estado, con las tecnologías más novedosas y las mejoras permanentes.

Podremos soñar con futuros increíbles, trabajando de lo que más nos guste.

Seremos amables y agradecidos con la naturaleza, construiremos parques y plazas muy verdes, cuidaremos a todos los seres de este mundo.

Sostendremos los cuidados compartidos, el amor hacia los otros, porque no hay revolución posible desde el individualismo. 

Todo eso pasará algún día, estoy segura. 

Suena utópico, lo sé. 

Pero utópico, yo lo dijimos muchas veces, es creer que puede haber verdadera justicia social en el mundo capitalista.

Hoy la locura colectiva se unió para que transitemos este miedo y esta tristeza.

Si se puede el infierno, por qué no el paraíso.

¿Por qué no?

La ternura está de nuestro lado.