El canto de la cigarra

Es verdad, no somos estéticamente mejores ni somos superiores moralmente, y definitivamente no somos lo que ellos llaman "gente de bien".

Somos algo defectuosos y un poco fallados, pero eso sí, somos en comunidad, en colectivo y somos sensibles al dolor ajeno.

Aunque al parecer eso no les sirve.

Por eso disfrutan de nuestra caída. Aunque están cayendo a nuestro lado, nos miran y sonríen.

Como en un dibujo animado, el gato señala al ratón que cae al abismo y se ríe, sin siquiera prestar atención a que él también está cayendo al mismo tiempo y en el mismo abismo. 

Parece que se quebraron todos los lazos de entendimiento. 

¿En qué momento empezó a gestarse este orden absurdo en el que el otro debe ser destruido? ¿En qué momento se consolidó esta lógica individualista en la que todo lo comunitario sobra y molesta?

Quizás sería justo reconocer que muchas veces hemos subestimado la capacidad de retroalimentación que tiene el sistema capitalista. Cada crisis lo recrudece, lo vuelve más hostil y más despiadado. 

Mala mía.

Me hago cargo, nunca le di el valor que merecía.

Siempre creí que pese a las barbaries del sistema capitalista, en el orden cotidiano triunfaba la solidaridad y la empatía.

Pero no es así. En el orden cotidiano se fue enquistando una cultura no sólo del sálvese quien pueda sino del sálvese quien sea superior. 

Porque detrás de toda esta tragedia política hay una construcción con cimientos muy fuertes, una construcción que lleva quizás siglos de aprendizajes.

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Ayer me estuve acordando de ciertas historias literarias que formatearon nuestro pensamiento. Relatos que nos contaban desde muy chicos con la intención de dejar una enseñanza, una lección.

Un disciplinamiento. 

Pienso en el cuento de la hormiga y la cigarra ¿te lo acordás? 

Resulta que hay una hormiga que es muy laboriosa y muy responsable. Durante todo el verano va y viene juntando provisiones; en tanto la cigarra, descuidada, se dedica a cantar y a divertirse. 

Y claro, cuando llega el invierno, la hormiga se encierra para descansar calentita en su hormiguero, pero la cigarra se muere de frío y de hambre.

Por viva, por despilfarradora.

¿Cuál es el mensaje de este cuento? ¿Qué enseñanza transmite? 

Trabajar duro trae su recompensa y la vagancia no produce nada.

Porque por supuesto, cantar es de vagos. El arte no rinde en términos económicos. El trabajo físico de la hormiguita, en cambio, produce ganancia.

Esta fábula de Esopo la escuché cientos de veces en mi infancia y también la leyó Juan en la escuela.

Pienso en la vida triste de estas hormigas que sólo llevan y acumulan, pienso que no entendieron nada si no pueden disfrutar de la música. 

¿Acaso la cigarra es verdaderamente holgazana?¿Acaso el arte, la música para ser más precisos, no es necesaria en la historia de la humanidad? ¿Podríamos vivir sin música? ¿Hacer música no requiere también de un gran trabajo y disciplina? Entonces ¿Por qué la cigarra debería hacer lo mismo que la hormiga si son tan diferentes? ¿Por qué lo que hace una está bien y lo que hace la otra está mal? 

Y además, en un mundo solidario y de intercambio, la hormiga y la cigarra ¿No deberían complementarse, una proveyendo las necesidades básicas, la otra ofreciendo su creatividad?

Son historias antiguas que se enseñan en la escuela como ejemplo, son indudablemente modelizadoras. 

Me llevó unos cuántos años pensar y desarmar el mensaje perverso de esta historia y en estos días volvió a mi mente para personificar a los actores de esta nueva realidad: los Orcos y la gente de bien, por decirlo de alguna forma.

¿Cuántas personas que conocés se sienten como esa hormiga? ¿Cuántas creyendo que el esfuerzo y el sacrificio individual les asegurará un lugar privilegiado en el futuro? ¿Cuántas mirando con superioridad a los otros que pasan frío y hambre porque "no se esforzaron"?

¿Cuántas lamentarán un día no haber escuchado el canto de la cigarra?

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Más antigua aún y en concordancia con "las fuerzas del cielo" (y con las potentes lluvias que durante tres días acompañaron esta escritura), es la historia bíblica de Noé. 

Ante tanta violencia y destrucción ocasionada por los seres humanos, Dios le comunica a Noé que enviará un fuerte diluvio que destruirá todo. Sin embargo le concede a él y a los suyos la salvación.

Noé construye la barca, tal y como Dios se lo ordena, una barca para él, para toda su familia y también para una pareja de ejemplares de cada animal que hubiera sobre la tierra. 

¿Y qué pasó con el resto de la humanidad?

Todos, absolutamente todos, perecieron bajo las aguas. Sólo los elegidos por Dios se salvaron. 

Y cuando las aguas bajaron sólo los buenos, las personas de bien pudieron existir en el mundo.

De eso se trata esta historia. 

De tener fe, de creer y de saber esperar. 

El lema de estos días: 

Ser como Noé. Ser dócil y aceptar el sacrificio, porque tarde o temprano, los buenos de salvarán.

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Así, entre diluvios bíblicos e inviernos de fábula, el concepto de justicia social hoy es considerado una "aberración", y es sustituido por una suerte de justicia divina, que advierte que cada quién tendrá lo que merece.

Ovejitas mansas esperando que un día llegue la recompensa.

Ovejitas que caen al abismo y sonríen mientras caen.

Ovejitas que sonríen mientras caen porque ven como las otras también caen. 

Las otras, las malas de la fábula, las derrochadoras, aquellas que pretenden vivir de los demás.

Las ovejitas vagas. 

Las cigarras.

Porque estas ovejitas mansas creen que antes de aplastarse contra el suelo, algo las salvará y las elevará.

Sueñan con el cielo y el infierno las ovejitas. 

Para ellas, el cielo; para los otros, el infierno. 

Eso quieren las ovejitas mientras caen y sonríen.

¿Y que es lo que quiere el león?

El león quiere que las ovejitas sigan sonriendo mientras caen, quiere que no chillen ni se defiendan.

El león sabe que si las ovejitas se unen y se revelan pueden destruirlo.

El león sabe que ante una manada de ovejitas enardecidas de nada serviría la ferocidad de sus dientes. 

El león celebra la destrucción del rebaño.

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El discurso meritócrata viaja por todas partes, disfrazado de ejemplo.

El valor del esfuerzo personal frente a las adversidades, aquel que pese a los obstáculos, cumplió sus metas.

Todos admiramos estas historias. 

En realidad hay mucho valor en la historia del que se esforzó y pudo.

Hay mucho para aprender. 

En principio, es admirable saber que pese a las carencias lograron salir adelante. Pero seamos claros, estas carencias no deberían existir. Me refiero a cuestiones básicas como poder comer todos los días, dormir bajo un techo seguro, tener una familia que contiene. Poder elegir.

Es tan fácil elogiar al que pudo vencer los obstáculos desde la comodidad de quién tiene todas las necesidades básicas resueltas.

La segunda cuestión, fundamental en estos días, es que nunca nadie se salvó solo.

Quiero decir, si pudo fue porque hubo redes: familia, amigos, escuela. Algo hubo.

 En este sentido, lo realmente perverso de estos discursos, creo, es el enfásis que se hace en cierta soledad heroica, en creer que es posible construir desde el individualismo más rotundo. 

"Yo me hice solo, no necesité la ayuda de nadie" dicen.

¿De verdad te hiciste solo?

¿De verdad no necesitaste nunca de una mano solidaria, de un empujón?

Estoy convencida que si pudiéramos escuchar atentamente estas historias ejemplares, la mayor parte de ellas están atravesadas por la solidaridad, la empatía, el intercambio, el afecto. 

A veces pienso cómo hubiese sido mi historia sin la universidad pública.

Cómo hubiese sido sin los amigos, sin los compañeros. 

Nunca hubiese podido sola. Nunca es sola. Siempre es con los otros. 

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Estamos de acuerdo en un punto: este mundo está mal y tiene que cambiar. 

Mirá, vos querés que desaparezcan los comedores y los planes del estado. Yo también lo quiero. 

Quiero que el sistema cambie tanto que cada persona adulta pueda tener un trabajo digno, tanto que pueda decidir qué quiere hacer, cómo formarse, tanto que pueda autoabastecerse cada día.

Ahí está la cuestión. Vos creés que el mundo tiene que cambiar para un lado y yo creo que es para el otro.

Vos seguís convencido de que pudiste solo.

Yo creo que solo no llegás ni a la esquina. 

Vos querés un estado ausente. Yo quiero que cuidemos todo lo público. 

Vos decís que es con la tuya y yo digo que es con la nuestra.

Que es en plural.

Fijate, nos sirve que yo haya estudiado para enseñar y que otros se hayan formado para ser doctores o músicos.

Nos sirve que un pibito pueda hacer un deporte o pueda estudiar o practicar un instrumento, porque seguramente eso le hará mucho bien y entonces nos sirve como comunidad ¿entendés? 

A mí me sirve que él coma todos los días, que cumpla sus sueños, que sea feliz.

No me hago la idealista ni soy altruista.

Es por necesidad ¿entendés?

Porque si él es feliz y crece sano, el mundo va a ser mejor para todos.

Así de egoísta soy.

_______________________________

El asunto es cuidar a la cigarra.

El día que nos falte su música el mundo será definitivamente un lugar peor.

El día que sólo nos quede el trabajo, la acumulación, el esfuerzo individual, estaremos definitivamente perdidos. 

Que no se apague, por favor, que no se apague nunca la música de la cigarra. 

Nos esperan aún largos inviernos y fuertes tormentas.

Que su melodía ilumine cada noches por venir y nos abrigue del frío.

Si tenemos el canto de la cigarra todavía hay esperanza.






Comentarios

  1. SIEMPRE DEL LADO CIGARRA DE LA VIDA!!!!! HERMOSO CLA
    U!!!!

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  2. Qué lindo texto!!! Me acuerdo de tu enojo con el mensaje de la fábula cuando se la leyeron a Juan. Es cierto, cómo lo subestimamos 😪

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  3. Siempre del lado de la cigarra, siempre cantando y creando con otros

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  4. Cantando al sol como la cigarra, después de un año bajo la tierra, igual que sobreviviente... Quizas la cigarra recibió abrigo de la hormiga en invierno y alegró sus momentos de tristes.

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  5. Alguna vez pensé que el mundo es como es por resultar el producto de la sola herencia de un fraternicida como Cain y un egoista como Noé.
    Hay que ver cómo operan esos relatos no sólo en los fieles religiosos sino en todo el ámbito de la cultura.

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    Respuestas
    1. Totalmente! Creo que estamos impregnados de todas esas historias!!!

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  6. Muy claro y convincente! Que jsmas se apagué el canto de la cigarra!
    Basta de mandatos inutiles!

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