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Fotos viejas

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Un cuerpo sentado en el piso en una foto Un álbum de fotos viejas, fotos familiares de otro tiempo. Un álbum no es igual que mirar fotos sueltas. Un álbum se abre y se recorre. Hace mucho tiempo, alguien organizó el camino. Mamá, papá, jóvenes. Mi hermana y yo, pequeñas. campo, playa, fiestas. Sonrisas. ¿Qué emociones y recuerdos se mueven en este recorrido? ¿En qué lugares me detengo y por qué? Algo me cautiva. El cuerpo de mi mamá. Primera impresión: mi mamá sentada en el piso, en el pasto, mirándonos a nosotras, sus hijas. Fascinante. No tenía ningún recuerdo  de mi mamá sentada en el piso con nosotras. Para cuando empiezo a registrar en mi memoria, mi mamá evitaba sentarse en lugares muy bajos, de los que apenas podía levantarse y siempre con muchísima dificultad. El piso era el lugar en donde se caía, en donde su cuerpo se desplomaba cuando perdía el equilibrio. Pero el piso nunca era un lugar en el que eligiera estar. En la foto veo sus manos entrelazadas, rodeando sus rodillas m

Pesadilla

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Y de pronto te encontrás dentro de una película de ciencia ficción. Todo parece extraño y ajeno. Una pesadilla, eso debe ser.  Las calles están vacías y las pocas personas que cruzás tienen una especie de bozal de tela en la boca. Mientras mirás a tu alrededor sorprendida, te encontrás de frente con Dana, una compañera de trabajo. También está con la boca tapada pero la reconocés de inmediato por esa mirada inconfundible de perrita asustada. Te acercás a hablarle pero ella se aleja. Le preguntás qué pasa y se sorprende de que no sepas lo que ocurre. Cuando está a unos metros te empieza a contar. Al parecer un virus letal tiene paralizado al mundo desde hace casi un año. Las personas están encerradas y cuando salen tiene prohibido tocarse, abrazarse, besarse. Cualquiera de esas acciones puede provocar la muerte.  Qué locura. La pesadilla, porque no hay dudas de que esto es una pesadilla, continúa. Cada día aumentan las cifras del dolor. Al principio son nombres desconocidos pero lentame

Milenaria, un cuento de otro tiempo

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 Conté hace poco que últimamente ando revolviendo papeles viejos y recuerdos amarillentos.  Ando reencontrando emociones pasadas.  Como esta historia que hoy les comparto. Es un cuento y se llama "Milenaria". Lo escribí en el año '87, cuando tenía dieciséis años. Lo presenté en un concurso literario que organizó el centro de estudiantes de la escuela y gané el primer premio, un ejemplar del libro "Relatos de un náufrago", de Gabriel García Márquez. Aún lo conservo, dedicado y firmado por el jurado, dos o tres profesoras de literatura, una de ellas, Noemí Correia, muy querida por mí. Estuve muy orgullosa de haber escrito "Milenaria". Me gustaba mucho.  Me gustaba escribir. Después, con el tiempo, me volví más crítica y también más insegura. Después de los veinte años dejé de escribir por mucho tiempo. Me refiero al sentido más placentero y necesario de la palabra. Porque ciertamente trabajé con la escritura a lo largo de toda mi vida, como profesora de

Recuerdos con caricias

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Desde siempre me fascinó conocer la "cocina" de los hechos, lo que está detrás, cómo sucedió y por qué. Por eso, antes de obsequiarles este maravilloso material, quiero contarles esta pequeña historia. Todo comenzó hace unos días cuando compartí un posteo de CONABIP en homenaje a la escritora Elsa Isabel Bornemann. Al tiempo recibí el mensaje de un ex alumno: "Profe, ¿ya escribió sobre eso?" decía y me contaba que los libros de Bornemann fueron fundamentales en su infancia. El mensaje me dejó pensando.  Cuando yo era chica, en plena dictadura, el libro "Un elefante ocupa mucho espacio" de Elsa Bornemann, estaba prohibido y por supuesto, habitaba un estante de mi biblioteca, junto al otro gran elefante, "Dailan Kifki". Y tambien estaban los mensajes ultrasecretos de Andy en "El niño envuelto", los poemas de los chicos enamorados, Gaspar caminando con las manos, todos ellos le dieron muchas veces un nombre a lo que me estaba pasando en aq

Feliz cumpleaños Don Osvaldo

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Llega el 18 de febrero y como todos los años pensamos en él, en ese gran hombre. Nuestro Osvaldo. Hace seis años, en una plaza festejamos sus noventa años. Con algunas compañeras de la escuela le llevamos un regalo. Es que además de haber sido el gran hombre que fue, este viejo bello marcó nuestras vidas. Para quienes no sepan la historia de Carcoveando, les voy a dejar dos notas que escribí hace tiempo, para que lo disfruten ustedes también. Solo quiero agregar algunas cuestiones: Hay personas que tienen el maravilloso don de saber decir, personas que escriben como si soñaran las palabras, que dicen lo que otros no pueden, no saben, no se animan. Hay otras personas que construyen pensamiento a través de las acciones de cada día; esas personas comprometen el cuero en la lucha, en el noble ejercicio del hacer cotidiano. Pero hay personas como Osvaldo que andan con la palabra por calles de tierra, por campos áridos, o por barrios olvidados. Caminan y cuentan, cuentan y caminan. La palabr

Volver a soñar-nos

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" Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor".                      Salvador Allende Hombre nuevo, personas nuevas Hace unos meses, por invitación de una querida amiga, fui al teatro a ver "Yo soy mi propia mujer", la obra, interpretada maravillosamente por Julio Chávez, está inspirada en la vida de Charlotte von Mahlsdorf. A lo largo de la obra conocemos parte la vida de Charlotte, que nació en Berlín siendo varón, aunque tempranamente se supo mujer. Era 1943 y se necesitaba mucho valor para defender su identidad, salir a las calles con atuendos femeninos, y enfrentarse al poder. No fue fácil. Por eso la historia de Charlotte es la historia de una sobreviviente. Es, en definitiva, la historia de alguien que hizo todo lo que pudo para escaparle a la muerte. Eso incluye trampas, zancadillas y todo tipo de artilugios. De eso trata la obra, del instinto de vi

Epifanía en el día de San Valentín

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Epifanía Como si mi mente se preparara para lo que será un largo día de romanticismos extremos, frases cursis y deseos empalagosos, desde temprano que estoy pensando mucho en lo que significaron las historias de amor a lo largo de mi vida. La verdad es que nunca me interesó el festejo de San Valentín, esta fecha que  en nuestros pagos empezó a popularizarse no hace tanto y que a muchos nos produce cierto rechazo. Quizás porque es un día comercial, aunque en realidad no sería el primero ni el único. Quizás porque es una celebración traída de otras latitudes, pero otra vez ¿cuántas fiestas y conmemoraciones foráneas adoptamos a lo largo de los siglos? Quizás porque suena a imposición, pero ¿qué celebración no tiene algo de imposición? No sé, pero lo cierto es que hoy somos muchos los que cuestionamos su trasfondo, el concepto de amor romántico. En fin, por el motivo que sea, hoy muy temprano, caminaba rumbo a la escuela y empecé a recordar mis historias de amor pasadas. Ya le dediqué un

Lucía

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Uf! Hoy me encontré por ¿casualidad?  con este texto que publiqué en Facebook el 28 de noviembre de 2018. Un día antes, concluía el juicio por el femicidio de Lucía Pérez. La justicia había condenando a dos de los acusados a ocho años por tenencia de drogas para ser vendidas a menores y había absuelto al tercero. Ninguno de ellos recibió condena por el brutal femicidio de Lucía. Durante todo el juicio se juzgó la vida privada de la víctima y sus acciones en lugar de investigar a los acusados. Una justicia ciega, patriarcal decidió que la víctima no era víctima sino culpable. Lo que siguió fue la lucha de la familia de Lucía y de las organizaciones feministas para que el juicio se anulara y volviera a realizarse. Hace pocos días comenzó un nuevo juicio. ¿Qué decir? Esta lucha es hasta el final. Si tocan a una nos tocan a todas. Les comparto el texto que escribí en aquel momento de tristeza infinita. "Ayer nuevamente me ganó la angustia. A veces pasa. El fallo de la justicia vuelve

La culpa de todo la tiene el feminismo

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 _ ¡Pero qué linda estás! _ escucho en el pasillo. Es la voz de Marcela, inconfundible. Todos los martes, visita a su tía. No falta nunca. A veces nos cruzamos y conversamos un rato. Marcela cuida a su tía desde hace años, se ocupa de su bienestar, de las compras, de su salud. _ El problema es que estoy sola con todo_ me dice con cara de cansancio_ ¡y eso que somos tres hermanos! Marcela tiene dos hermanos varones, pero ellos no se hacen cargo. Saben que para la tía son su única familia, pero por suerte está la hermana que se ocupa. Conozco varias historias como esa. Incluso sé de ex nueras que cuidan a sus ex suegros porque nadie más se ocupa. Somos las que sostenemos, las que nos ocupamos de cuidar. Así nos enseñaron y así aprendimos. Hace tiempo escribí algunas reflexiones acerca de nuestra educación como cuidadoras así que no me voy a extender en ese tema. Ese no es el punto. De lo que quiero hablar es de la trampa, porque sí, hay una trampa, y reside en hacernos creer que eso que

Lucio

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Creo que el asesinato de un niño es uno de los dolores más tremendos que podemos sentir. Si además sabemos lo que sufrió antes de ser asesinado el dolor es inconmensurable. Ese es el sentimiento de todos los que defendemos la vida. No hay otro sentimiento, no hay contradicciones. Duele y da mucha bronca. Los niños no deberían nunca jamás vivir situaciones de violencia y mucho menos morir en manos de quienes deberían protegerlos. Eso pensamos quienes defendemos la vida. Desde que empezó el juicio a las asesinas de Lucio, se activó una vez más en las redes la catarata de odio, queriendo instalar un discurso en contra de las diversidades y del feminismo.  Aclaremos algunas cuestiones: * Desde las organizaciones feministas siempre se plantea proteger a las infancias. Una de esas formas es reclamar por la implementación de la Esi en todas las instituciones escolares, precisamente para proteger a las infancias de cualquier tipo de vulnerabilidad y para detectar las situaciones de abuso o vio

Aquellos veranos

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Cuando era chica disfrutaba muchísimo mis vacaciones de verano. En mi recuerdo era un momento de descanso realmente largo. Eso para mí era muy importante, porque de verdad la escuela no me gustaba ni un poquito y cada vez que podía, fingía estar enferma para poder faltar. Pero por suerte en ese tiempo a nadie se le había ocurrido aún sumar días de clase ni períodos de orientación, de recuperación o de intensificación. Por otra parte, la secundaria estaba demasiado lejos y no sabía de materias que rendir en diciembre. Así que para los que éramos chicos las vacaciones comenzaban oficialmente en los primeros días de diciembre y finalizaban recién cuando empezaba marzo. Tres meses duraban las vacaciones, la cuarta parte del año. Genial. Verano en la vereda La primera imagen que se me aparece de las vacaciones, es la vereda de mi casa, con sus baldosas color arena recibiendo el calor del sol en una mañana luminosa. Como dije, en diciembre empezaba el descanso, aunque ese descanso tenía cier