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Hasta siempre Rafa. La voz y el alma.

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Yo no sé si está bien escribir desde el dolor, y tampoco sé cuáles deberían ser las palabras para honrar la memoria de alguien que ya no está.  No lo sé. Escribo por necesidad, en un impulso, un arrebato de dolor. Necesito escribir y tiene que ser ahora, en este preciso momento, porque no puedo hacer otra cosa que escribir.  Se fue el Rafa y qué tristeza! Para quienes no lo saben, el Rafa Hernández fue un gran locutor y periodista y durante los '80 fue la voz oficial de la Rock&Pop. Tenía una voz increíble y la mayoría de los separadores de aquellos años son de su autoría.  Creo que lo conté muchas veces, durante mi adolescencia la radio, y especialmente la Rock&Pop, fue mi compañía a toda hora.  Y el Rafa le ponía su voz. Ponerle la voz a la radio, que es como decir ponerle el alma.  Pero además, y especialmente, el Rafa fue el conductor de uno de los programas de radio más geniales que escuché en toda mi vida, y no exagero. Estoy hablando de Piso 93, un programa que salía

Un día de sol

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Hace un tiempo atrás, en otro posteo, recordaba cierta mañana de verano en la que caminaba por la playa juntando caracoles lilas y pensé en poesía. Siempre me dio curiosidad ese recuerdo.  Hay momentos chiquitos, intrascendentes,  pero que, vaya uno a saber por qué, quedan guardados en el recuerdo para toda la vida. Hoy me acordé de otro momento igualmente curioso. Fue un día de esos, uno cualquiera. Era agosto y caminaba por alguna calle de Primera Junta. Me acuerdo que había un sol precioso que me daba en la cara. Yo miré a mi alrededor y una emoción especial me inundó. Entonces pensé que era feliz y que me sentía plena. Siempre me acuerdo de ese día, de ese momento, de lo que sentí y de lo que pensé. La verdad es que no había pasado nada especialmente significativo para que permanezca durante treinta años en mi memoria.  Aquella mañana iba a la facultad exclusivamente para comprar unos apuntes de lingüística. Tenía que preparar el final y como  la mayoría de las veces, podía comprar

Nuestras voces

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Dicen que fue una tal Eva la que empezó  con todo esto. La primera de esta historia.  Dicen que fue creada para el bien, para acompañar al hombre, para ser su sombra y su abrigo. Dicen, también, que erró el camino y se alió al mal, vencida por la curiosidad. Dicen. Ellos. Palabras arrebatadas, usurpadas. Nos cuentan. Zonzas, infantiles, peligrosas. Bobas, crueles. Inocentes y taimadas. Nunca creas en una mujer, dice la historia.  Nunca creas en sus lágrimas ni en sus palabras. Si lloran, fingen. Si hablan, mienten. Así fuimos relatadas, siempre.  Otras voces se ocuparon de nombrarnos, de decirnos, de contarnos.  Crecimos en silencio, escuchando esas voces, creyendo. Ah, pero la historia tiene grietas. Y nosotras, ya lo saben, amamos las grietas. Las amamos. Desde el fondo de la tierra, entre las grietas, nuestras voces se abren camino y crecen como brotes nuevos. Por las grietas, nuestras voces se cuelan para ver la luz. Nuestras voces, naciendo desde la oscuridad más profunda.  Nuestr

El amor después del amor o el resto de nuestras vidas

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¿Qué es El amor después del amor ? ¿No es quizá ese ejercicio tan absolutamente  humano de ritualizar los finales, dar un cierre a lo que ya no es y abrir nuevas puertas para volver a empezar? La serie de Fito es eso, es la historia de un héroe, uno tan épico y tan terrenal que provoca fascinación. Uno que camina a tientas, se cae, se hunde, se levanta, sigue, vuelve a caer y resurge una vez más. A lo largo de cada capítulo acompañamos este recorrido, vemos sus caídas y sus renacimientos.  ¿Quién no se sintió alguna vez así? En la vida real, en el mundo real, nosotros también nos caemos y nos levantamos una y mil veces. Y a veces, algunas, no nos levantamos. En la vida real, y en la ficción,  los héroes caminan buscando algo, el sentido de la vida quizá, el sentido de la muerte, tal vez.  Un camino que se hace en absoluta soledad. Siempre en soledad. Porque como en todo relato épico, pese al amor y a la admiración que rodea al héroe siempre estará solo frente a la oscuridad. Se hunde s

Deseos en el día del trabajador

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Ser concebidos con amor. Crecer rodeados de cuidados. Vivir dignamente, comer todos los días, dormir en un lugar confortable. Acceder a cualquier deporte, asistir al cine, al teatro, leer libros. Recibir amor, contención; recibir abrazos; ser escuchados y valorados. Estudiar lo que nos guste, poder elegir dónde y de qué manera. Poder arrepentirnos y volver a empezar. Trabajar de lo que estudiamos. Trabajar de lo que nos guste. Vivir holgadamente con nuestro trabajo. Poder planificar, proyectar. Acceder a aprendizajes y perfeccionamientos; saber que podemos ser mejores cada día. Compartir comunitariamente las actividades que requieren mayor esfuerzo físico o que son poco gratas para todos. Trabajar pocas horas, que quede tiempo para descansar, disfrutar de los afectos, de la diversión, de la soledad. Reivindicar el ocio, en todas sus formas; que el trabajo sea un medio y no un fin. Producir lo necesario,  sin envenenar la tierra, el aire, el agua. Saber que nuestro trabajo no hace daño

Últimamente la escuela

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En defensa de la escuela pública (lo demás es chamuyo)

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¿Cuánto hace que la educación pública está mal? ¿Cuándo fue que estuvo bien? ¿Alguna vez estuvo bien o será el mito de que "todo tiempo pasado fue mejor"? Quiero decir ¿Cuánto hace que sabemos que todo funciona mal? ¿Años? ¿Décadas? Hubo un tiempo de inocencia en el que creí que el sistema fallaba, hubo un tiempo de pura ingenuidad idealista en el que creía que lo que andaba mal era porque se cometían errores. Ya no me puedo permitir más el lujo de la inocencia. Tengo casi cincuenta y dos y no puedo ser tan boluda. No quiero. Además, tengo un hijo que transita la escuela pública. Sobre todo por él,  la inocencia es un bien que no pienso despilfarrar. Soy una trabajadora que vive con el mango al día. Quizás podría llenarme de horas, los tres turnos, y pagar una escuela privada, buscar la cuota más baja o el sistema privado más progre. Podría. Pero yo elijo, que quede claro, yo elijo la escuela pública. Como tantos otros, nos quedamos y peleamos. Sigo creyendo que la escuela pú

Hablemos de libros

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Con los primeros libros comenzó la aventura. María Elena Walsh me obsequió un viaje junto a Dailan Kifki y el mundo cambió para siempre. Allí conocí el bosque de Gulubú y aquella casa del enano Carozo con sus ventanas movedizas, y también al sindicato de remontadores de barriletes, al señor bombero y tanto más y así se abrió la puerta a un nuevo mundo, pleno de magia y de disparates maravillosos. Casi al mismo tiempo llegó Elsa Bornemann con El niño envuelto . Las historias de Andy entraron a mi vida y supe encender una ventana, encontré decenas de gatos bajó mi cama y hasta aprendí a escribir en código "astoy anemorede", por ejemplo. Tenía diez años cuando leí la primera novela de José Murillo, Rubio como la miel . La historia del Doradillo se apoderó de todo mi tiempo. Literalmente, me llevaba el libro a la escuela para leer en los recreos, y cuando volvía a casa me apuraba a comer para seguir leyendo. Así que a ese le siguieron El tigre de Santa Bárbara , Mi amigo el pesp

Gracias por el fuego. Acto por el ochenta aniversario del levantamiento del ghetto de Varsovia.

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El mensaje de mi amiga llega justo y es la pieza que faltaba para terminar de configurar el deseo que desde hace días viene picándome. "¿Vamos?". "¡Dale!". Jueves 19 de abril, viajo a Caba a encontrarme con una parte de la historia.  Voy al acto de conmemoración de los ochenta años del levantamiento del ghetto de Varsovia. *** Esta vez voy con Juan. Cuando lo retiro de la escuela, le pregunto si quiere acompañarme y me dice que sí. Mientras caminamos me hace preguntas y trato de responder. Le hablo de la lucha heroica de esos jóvenes judíos contra el ejército nazi, le cuento lo que significó ese tremendo acto de resistencia. Me emociona estar charlando esto con él.  Está tan grande. *** Ahora, mientras escribo, me acuerdo de la primera vez que participé de este acontecimiento. Tenía casi la misma edad que Juanito ahora, diez años, casi once. Fue el 25 de abril de 1982, plena dictadura, plena guerra de Malvinas. Aquel momento debió ser importante para mí, porque qued

Ariadna impropia

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Me enoja mucho no poder escribir. Me enoja no tener un tiempo propio y un espacio aunque más no sea prestado. Me dicen que tengo que leer a Virginia Wolf, Un cuarto propio. Me dicen, pero no tengo tiempo.  Mientras voy y vengo, corro de aquí para allá, en mi cabeza desfilan ideas, temas. Puntas de ovillos que no logro desmadejar porque no hay un tiempo disponible. Las madejas se acumulan en algún rincón de mi mente. Arrojadas al azar, olvidadas, se humedecen, se apelmasan, esperando que algún día les llegue el turno. ¿Pero si olvido todos los ovillos, cómo podré escapar al fin del laberinto?

Domingo blu

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La biblio Murillo cumple veinte: El arte en la vereda

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El número redondo anuncia la fiesta que se viene. Hace exactamente veinte años, un 6 de abril de 2003, entraba por primera vez al salón de la biblioteca Popular José Murillo, en la cooperativa en la que funcionó durante los primeros años. Hace veinte años que, con distintas intensidades y en distintos momentos, la biblio se convirtió en parte necesaria de mi propia historia. No sé por dónde empezar a contar lo que significa la biblio en mi vida. Mi historia  Casualidad, causalidad. A la biblio llegué por Olga, la compañera de José Murillo.  Tenía diez años cuando descubrí la obra de José Murillo. Sus novelas fueron mi iniciación literaria. Mas aún, fueron fundacionales. Allí empezó todo. Cinco Patas, Aña, el Doradillo, cada uno de estos personajes fue mi amigo y mi compañero de aventuras en esa época en la que el mundo es todo lo que aún falta vivir. Tenía catorce cuando empecé a ir al taller literario que coordinaba el mismísimo Pepe Murillo, como le decían las personas más cercanas.