La vacuna, el regreso y la pandemia
En pocos días estaré recibiendo la primera dosis de la vacuna. La notificación llegó justo a tiempo. Los últimos días fueron terribles. No podía parar de llorar. No hablo de ese llanto catarata que inunda todo, habló de un llanto reprimido, ese que no podés evitar cada vez que empezás a hablar. Ese llanto que ahoga las palabras, una y otra vez. Fueron muchas tensiones. Demasiadas. Al delirio que representa regresar a las aulas de manera compulsiva se sumó la noticia de los cambios en el protocolo. Después, como frutilla de postre envenenado (Sí, dije envenenado) la licencia por hijos a cargo. Hace días que mis compañeras la están esperando para saber qué van a hacer con sus hijos. Que sí, alegría. Que no, fue un error. Es necesario todo ese manoseo, todo ese maltrato? Entonces se me viene a la cabeza la imagen de un grupo de hormigas corriendo alocadas porque alguien puso un dedo en medio de su fila ordenadita. En estos últimos días fuimos un poco eso, hormiguitas amenazadas por u