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Salvarnos todos

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"Subiré al cielo, le pondré gatillo a la luna y desde arriba fusilaré al mundo, suavemente, para que esto cambie de una vez."            Raúl González Tuñón Llegamos al 2021 y cuando creíamos que el final de la pandemia estaba cerca, el virus sigue destrozando todo a su paso. Fuimos muchos los que hace un año depositamos nuestras esperanzas en las vacunas que en varios países se estaban fabricando. Sin dudas, pensábamos, cuando llegase la cura, íbamos a poder acorralar y aniquilar al virus maldito y nos íbamos a salvar todos. Todos. Pero eso no está pasando. No está pasando acá y no está pasando en el mundo. Porque resulta que la  vacuna tiene precio. Qué países acceden a ella y en qué cantidades depende de las posibilidades económicas de cada gobierno. Sé que esto que digo no es ninguna novedad y sin embargo necesito decirlo, verbalizarlo. Porque quizás, si lo repetimos varias veces logremos entender el horror que encierra, no sólo  la distribución desigual de la vacu

Somos esa memoria

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Vengo de una familia de militantes.  Mis viejos y gran parte de la familia  militaron toda la vida. Yo era muy pequeña, tenía cinco años, cuando la dictadura comenzó, pero de esos años tengo algunos recuerdos. Recuerdo, por ejemplo, la militancia clandestina en casa, y la cantidad de "tíos" que me presentaron y que entraban a mi hogar con todos los cuidados. Una vez uno de ellos me preguntó mi nombre "¿Cómo es que sos mi tío y no lo sabés?" dicen que dije. Recuerdo lo difícil que fue para mis padres educar en las ideas de justicia y solidaridad a dos pequeñas charlatanes que querían contar todo lo que sabían. Recuerdo las mentiras que debíamos aprender de memoria por si nos preguntaban en la escuela. Recuerdo los libros en doble fila, aquellos libros prohibidos de los que mi papá nunca hubiera podido desprenderse. Recuerdo las conversaciones telefónicas  encriptadas. Una vez, muchos años después, un familiar recordaba las charlas entre nuestras madres sobre "es

Volver a la escuela

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Y aquí estamos. De vuelta en las aulas. Tapabocas y máscara. Subo las escaleras y cuando llego mi nuevo sexto, en realidad  la mitad del curso,  la burbuja A, e stá afuera del aula, esperando que las porteras terminen de desinfectar. Después la prece los hace pasar a todos al aula y atrás en tro yo. Mientras se ubican t engo que pedirles a dos chicas que no se abracen. Me siento muy estúpida, les pido disculpas pero así es la cosa, qué vamos a hacer. También les digo a todos que se dispersen un poco, porque como es la costumbre mis doce estudiantes rumbean todos juntos para el fondo, en ese ritual escolar de siempre que hoy la pandemia estropea. Les vuelvo a pedir disculpas. Me siento mal por tener que separarlos, aunque no hay quejas. Están callados y tranquilos. No gritan ni se ríen fuerte. Por las ventanas muy abiertas entra un frío otoñal y muchísimo ruido de los colectivos. Saludo pero mi voz se pierde y no llega a mis alumnos. Sigo hablando y mis palabras quedan atrapadas e

El fin de este mundo

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  Esas cosas que una dice y no piensa. Esas cosas que salen de la boca así, sin medir consecuencias. _ y sí, es así, la humanidad va a destruir el planeta antes de pensar una nueva forma de habitarlo _d igo esto mientras hablo por teléfono con alguien_.  Tuvimos la oportunidad de ser mejores y lo estropeamos otra vez _la remato. La conversación sigue un rato. En cuánto cortó voy a retomar mis tareas cotidianas, pero tropiezo con la mirada inquisi dora de Juan. _ ¿De verdad los seres humanos van a destruir el planeta má ? Me lo pregunta y se nota que está preocupado. No pensé que podía escuchar y tomarlo tan en serio. Quisiera borrar todo lo que dije pero ya es tarde. Le digo que no, que nada que ver, que lo dije por decir nomás, que se quede tranquilo porque el ser humano no es tan tonto. Mientras digo todo esto pienso que en el fondo me gustaría tanto creerlo. La tarde sigue y Juan vuelve a su mundo de jueguitos virtuales y de videos por Internet. Pero la cabeza le sigue funcionando

El 8M

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En lo que va del 2021 ya hubo más de 40 femicidios. Cada vez es peor. Nos matan. Nos matan y nosotras seguimos gritando: ¡Paren de matarnos! Porque la violencia machista existe, existe de manera concreta. Porque no es un invento de las "feminazis". Porque lo vivimos cada día. Existe, y tiene su aspecto más atroz en cada femicidio, en cada travesticidio y en cada transfemicidio.  Sí. La violencia machista existe a tal punto que la empezamos a vivenciar, a sentir, desde que comenzamos a habitar este mundo. Porque cuando la denunciamos estamos denunciando un tipo de violencia que se comete contra nosotras de manera estructural y que condiciona nuestras decisiones, nuestros cuerpos y nuestras emociones. Es una violencia cotidiana, enraizada, naturalizada. Es una violencia que se nos va metiendo en el cuerpo y en la mente, y no se va más. Empieza con frases tan sencillas como "ayuda a mamá en la cocina" mientras los varones de la casa conversan. Y sigue con aquel señor

Crónica de un regreso

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Primera clase presencial con los chicos que no tuvieron conectividad.  Tapabocas, máscara, distancia. Las frases que más resonaron en el aula fueron "No la escucho" y "No te entiendo".  Tuve tres chicos. Conversé con ellos, con las limitaciones de la situación, y así les puse cara a sus nombres. Caras e historias. Familia enteras contagiadas, papás desempleados, chicos trabajando, corte en el servicio de Internet por falta de pago, chicos desanimados...  ¿Sí sirvió que yo este ahí? Supongo que sí. Algunos chicos pudieron desenredar un poco de lo que fue para ellos la cuarentena. Laura pudo comprar los textos para hacer los trabajos, Ariel prometió una vez más ponerse a trabajar y Leonardo dijo que ya está mejor. ¿Si me gustó verlos? Claro. Los que no entienden de docencia no saben lo que significa volver a estar juntos. Siempre emociona volver. Pero... Qué jodida que soy! No puedo terminar la historia ahí, no? Ya lo dije, volver ahora, en estas condiciones, es un er

La vacuna, el regreso y la pandemia

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En pocos días estaré recibiendo la primera dosis de la vacuna. La notificación llegó justo a tiempo. Los últimos días fueron terribles. No podía parar de llorar. No hablo de ese llanto catarata que inunda todo, habló de un llanto reprimido, ese que no podés evitar cada vez que empezás a hablar. Ese llanto que ahoga las palabras, una y otra vez. Fueron muchas tensiones.  Demasiadas. Al delirio que representa regresar a las aulas de manera compulsiva se sumó la noticia de los cambios en el protocolo. Después, como frutilla de postre envenenado (Sí, dije envenenado) la licencia por hijos a cargo. Hace días que mis compañeras la están esperando para saber qué van a hacer con sus hijos.  Que sí, alegría. Que no, fue un error.  Es necesario todo ese manoseo, todo ese maltrato? Entonces se me viene a la cabeza la imagen de un grupo de hormigas corriendo alocadas porque alguien puso un dedo en medio de su fila ordenadita. En estos últimos días fuimos un poco eso, hormiguitas amenazadas por u

La mesa larga

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Un día éramos chicos. Digo que todos nosotros éramos chicos. Teníamos risas y juegos. Y secretos y verdades reveladas. Y había una familia de padres y tíos y abuelos. En aquellos años de infancia nos reencontrábamos a cada rato. Cualquier festejo era motivo y excusa para la mesa larga. La mesa larga  de padres y tíos y abuelos. Por allá estaba la mesa de los grandes, con sus voces fuertes, sus vasos de vino y sus discusiones vehementes. Y por acá nuestra mesa, la mesa de los chicos.  Y nosotros.  Nosotros en nuestro mundo de charlas profundas y carcajadas y peleas, de burlas y complicidades. Esos encuentros de sobremesas eternas de postres y gaseosas. Así crecimos. Y un día fuimos adultos. Y era tan bueno saber que dónde estuviera la mesa larga íbamos a volver a ser los chicos. Yo creo que el amor se enseña, se contagia, se invita, se propone. Y nosotros nos quisimos. Nos quisimos hasta la risa y hasta el abrazo. Y nos quisimos, hasta hoy. Hasta esta lágrima de hoy, también nos

Tu no

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Sí claro, todas las personas pasamos alguna vez por ese sentimiento. Yo misma, hace años, despedí a mi padre primero y a mi madre varios años después. Y dolió, claro. Mucho. Todavía duele. Y sí claro. Es la vida, es la naturaleza.  N acemos, vivimos y después nos morimos, eso ya lo sabemos. ¿Pero sabés qué? Nunca deja de doler. Nunca. A veces la muerte es un llovizna sutil que nos salpica la cara. Aveces es una tormenta despiadada que arrasa con todo. En ciertas ocasiones sentimos cómo se aproxima, y la esperamos con miedo y con cierta sabiduría. Pero a veces, como hoy, la muerte es un aguacero invisible que cae de golpe y nos estropea la ropa y los zapatos y se pegotea a nuestro cuerpo. Hablar de la muerte es difícil. No sé puede hablar de la muerte si no hablamos de la vida. La muerte es vacía, la muerte es la nada, es la ausencia de luces, de sonidos, de ideas. Porque en verdad no duele la muerte sino la vida que la muerte nos niega. No duele la muerte sino la vida que la mue

El juego y el deseo

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Cuando yo era chica, los niños y las niñas querían ser astronautas, docentes, científicos, jugadores de fútbol. Los tiempos cambiaron, no es novedad, y Juan, igual que muchos otros chicos, dice que quiere ser youtuber.  Sí, q uiere tener su propio canal, hacer sus videos, tener un público que los mire, tener miles de seguidores, todo igual que sus ídolos. Acerca de los youtuber ya estuve contando en algún otro posteo,  son los elegidos de los niños y no dejan de sorprenderme por todo lo que movilizan en torno a sus videos y a ellos mismos. Cuando esta historia empezó hace un par de años, voy a decir algo, yo los detestaba. Quiero decir, yo detestaba, sin distinción, todo lo que desde la pantalla pudiera tener a Juan demasiado tiempo embelasado. Y bueno, lo reconozco. Yo suelo ser una madre un tanto jodida. Pero eso sí, soy bastante autocrítica. Soy tan autocrítica que puedo reconocer que sí, que quizá exageré un poco y que no son taaaan desagradables estos pibes los youtubers. Un

Miedos nuestros

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 Quiero contarles algo que me pasó hoy, hace un rato. Estaba leyendo en Instagram una publicación sobre el mansplaining. Para quienes no saben, el mansplaining es una práctica cotidiana y nefasta que ocurre cada vez que un varón le explica a una mujer algo que ella sabe, la desvaloriza en sus saberes o se burla de sus conocimientos. La nota era más bien una reflexión y abajo seguían los comentarios. "No te empieces a pelear", dice mi hermana siempre, y tiene razón, porque me conoce y sabe lo que me gusta discutir cuando encuentro un mensaje  que me molesta. Es más fuerte que yo. La verdad es que me enorgullezco de ser bastante civilizada en los debates, y aunque a veces me voy a la banquina trato de mantener discusiones cordiales. Bueno, el muchacho con el que me trencé a discutir me dijo en un solo mensaje que lo que yo decía era una boludez y que hablaba pelotudeces. Y sí, le contesté, obvio. Le dije que con sus palabras me dejaba claro el tema del mansplaining. La cosa sig

Deseos

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Ya sé lo que me van a decir, Sé que suena tonto, Sé sobre las formas terribles de tratarnos, Sé lo que le hemos hecho al mundo, Sé lo que le hacen los hombres a otros hombres, Sé que la realidad me indica que no crea, que no desee, que no espere. Sé que sé demasiado. Pero qué quieren que les diga, Miro a Juan y sólo tengo un pensamiento: Que lleguen años dulces y hermosos. Sólo eso.

Úrsula

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Las puertas no se abrieron. Nunca se abrieron. Úrsula golpeó, pateó, empujó. Las puertas siguieron cerradas. Úrsula golpeó las puertas una y otra vez y el gesto desesperado nos duele en el estómago. "No borren nada" dijo. "Si un día no vuelvo rompan todo". Úrsula dejó sus huellas en el barro. Nos marcó el camino con miguitas y piedras. Hasta ahí llegaremos nosotras, siguiendo su rastro. Y cada vez que salgamos a las calles,  que nadie reclame por las paredes pintadas ni se escandalice por los torsos desnudos,  que nadie se asombre por nuestros gritos al viento. Somos brujas furiosas.  Somos lobas rabiosas. Somos mujeres heridas. Llevamos como bandera una lista innumerable de mujeres dormidas por siempre. Compartimos el abrazo de una manada que nos guía. Nuestros temores nos hermanan. Nuestro dolor nos enciende. Hasta que podamos andar el mundo sin miedo. Seguiremos rugientes, agazapadas, hambrientas. Seguiremos ardientes,  hasta que seamos libres.

Úrsula

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Hoy me acordé de una experiencia en la escuela. Fue hace casi cinco años cuando llevamos a seiscientos estudiantes a ver la película "No me mates", de Gabriel Arbós. La película está basada en la historia de Corina Fernández, quién fue sobreviviente de lo que se denominó por primera vez como un caso de femicidio.  La película es desgarradora, y las escenas ficcionalizadas están intercaladas con las declaraciones de Corina. La historia de Corina es tremenda. Corina hizo lo que la justicia dice que hay que hacer. Hizo la denuncia. Y la hizo ochenta veces. No, no es una manera de decir. Fueron ochenta denuncias las que se acumularon una tras otra en un expediente gigante. "Te voy a matar, hija de puta" le decía Weber, su ex marido. Un día cumplió su amenaza. Fueron seis disparos de los cuales  tres dieron en el cuerpo de Corina, pero increíblemente sobrevivió. Weber fue apresado. Sin embargo seguía hostigándola desde la cárcel con amenazas de juicio para ver a sus hija

El profesor, de Frank Mc Court, "La historia de Kevin"

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  https://youtu.be/gzuT72Jg4uA

Acerca del retorno a las clases presenciales

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 Escribo como mamá y no como docente: Ante todo quiero decir que yo no creo, ni por un momento, que mi hijo haya perdido un año de clase.  Muy por el contrario, si hay algo que me preocupaba es que su maestra fuera tan a fondo con los contenidos. Quizás yo hubiese deseado que en lugar del conocimiento priorizara el contacto y el juego, pero entiendo que mi mirada es una entre muchas otras muy distintas. Durante el año que pasamos encerrados en casa, la maestra de Juan dio clases por zoom, explicó matemáticas, leyó cuentos y hasta realizó actividades prácticas con ellos.  Un pequeño dato: cada vez que tuvo que suspender una clase porque había jornada, por alguna cuestión personal, por el motivo que fuera, se ocupó de reponer esa clase otro día.  Es más, alguna vez me alegré al suponer que esa semana no iba a tener que prender el bendito zoom, pero no, eso nunca pasó. Lo cuento sabiendo claramente que no era su obligación, porque ningún docente debería renunciar a sus licencias ni repone

Carcoveando_recuerdos

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 Todo esto pasó en una escuela llena de genta linda, buena y soñadora. Y con muchas ganas de construir caminos para acercarse a esos sueños. Hacía pocas semanas que habíamos presentado Carcoveando en la escuela. El sum lleno de gente: docentes, familias, los chicos y un montón de invitados. Y Osvaldo Bayer, por supuesto, junto a su esposa. Fue una noche inolvidable. Ahora se venía la Feria del Libro. Habíamos conseguido que una distribuidora colocara el libro en algunas librerías y lo tuviera en su estand. Nos pareció que era la situación perfecta para alquilar un micro y llevar a los chicos a la Feria, para que pudieran recorrer ese mundo habitado por libros. Le avisamos a Osvaldo. Lo invitamos. _ Por supuesto _nos dijo_ y yo voy a presentar el libro allí. Estábamos felices y emocionadas, hasta que, claro, averiguamos lo que salía el alquiler de cualquiera de las salas para las presentaciones. _ No podemos presentar el libro _le explicamos a nuestro querido Osvaldo Bayer_ no podemos p

Ellos los youtubers

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Cuando yo tenía la edad de Juan, me entretenía mirando la tele. Había sólo cuatro canales, o cinco, si teníamos suerte y podíamos enganchar el canal 2 de La Plata o si el viento soplaba a nuestro favor y rara vez podíamos ver el 4 de Uruguay. En esos pocos canales teníamos que estar pendientes de los horarios que tenían los programas infantiles que mirábamos.  Después el mundo cambió, llegó la televisión por cable, después youtube, las plataformas, en fin, ahora cualquier chico tiene a su disposición una cantidad de opciones y de posibilidades enormes y a cualquier hora. Y es con esta nueva situación que lidiamos los adultos de estos tiempos. Esta es la realidad que tenemos que entender, controlar, limitar, aceptar.  Así es este tiempo. Y si en mi infancia los chicos veíamos los programas de las Trillizas de oro, o de Carozo y Narizota, o de Margarito Tereré, los pibes y las pibas de estos tiempos siguen a los youtubers.  Los youtubers. Los youtubers no se miran, se siguen.  La diferen

Regreso seguro a las aulas?

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Realmente es agotador escuchar y leer en los medios a periodistas, políticos y funcionarios que explican la necesidad de que los chicos vuelvan a las aulas. Me pregunto de quién es la necesidad. Por un lado, las familias tienen que "ubicar" a los pibes en la escuela para poder ir a trabajar y claro, para poder vivir, se entiende. También está esa creencia absurda de que una mayor cantidad de contenidos escolares asegura un saber fundamental para el futuro. Digo que es una creencia absurda porque estoy convencida de que el saber no se relaciona con una acumulación de información sino con la posibilidad de tener herramientas para procesar esa información. Otro tema son las personas que mandan a sus hijos a escuelas privadas y no están dispuestos a soportar otro año más de zoom y de trabajo escolar hogareño. Para ellos la educación es una inversión económica que en pandemia se vio afectada. En fin, todo eso está en juego. En definitiva el sistema económico necesita que los

El por qué del nombre

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La palabra tiene poder. Creo que es una de las pocas certezas que tuve desde muy chica: yo quería atrapar a las palabras, quería acariciarlas, quería jugar con ellas. Quería domesticarlas.   Escribir, contar, crear. Desde entonces supe que ese universo literario sería parte fundamental de mi vida y de mi historia. Por eso, un poco a las apuradas, un poco a modo de prueba, con alguna seguridad algo improvisada, surge el nombre de este blog:  Azorada.  El diccionario me dice que significa algo así como sorprendida, alarmada.  Pero la verdad es que lo elegí porque "Azor" era el nombre del protagonista de un cuento que escribí cuando era adolescente  y tenía la cabeza llena de deseos de libertad. Azor era un hombre alado. Con su cabellera larga y ondulada y su tez morena, mi Azor  pisaba la tierra y escapaba al cielo. Azor era un personaje entrañable para mí, quizás un poco cursi y seguramente muy influenciado por películas y libros de entonces.  Pero lo recuerdo con amor, y aún

Las malas decisiones

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  Cuando era adolescente una amiga me lo dijo: "¿Viste los grupos de música metálica, que en medio de esa música fuerte siempre tienen un lento que es el más tierno? Bueno, con los hombres es lo mismo". Mi amiga, con esta premisa, me estaba indicando el camino que tenía que seguir: no se trataba de conocer a un chico dulce y bueno sino a uno bien malo y recio, pero que en la intimidad fuera tierno por momentos, que encendiera su corazón, pero que supiera mostrarlo levemente, sutilmente, sólo conmigo. Fui creciendo y esa premisa se hizo carne en mí: eso de que me atrajeron los pibes ásperos, desentendidos del compromiso afectivo, negados al amor expresado a borbotones. De esa manera, una caricia quizás, una mirada, cualquier expresión tierna, leve, pequeñita que ocurriera en el ámbito privado, era para mi joven percepción, la confirmación de un amor seguro.  Y más si se trataba de una escena de celos. Celos en un varón duro y poco expresivo era la seguridad  de amor absoluto.

Argentina coronavirus

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"Veo el mundo progresivamente transformado en desierto; oigo,  cada vez más fuerte, el fragor del trueno que se acerca, y que  anuncia tal vez nuestra muerte; me compadezco del dolor de  millones de personas; y, sin embargo, cuando miro el cielo, pienso  que todo eso cambiará y que todo volverá a ser bueno, que hasta  estos días despiadados tendrán fin, y que el mundo conocerá de  nuevo el orden, el reposo y la paz."                            Ana Frank Como una triste penitencia, desde que empezó este calvario, todas las noches googleo "Argentina coronavirus" y leo la cifra de personas infectadas y personas fallecidas. Personas. Siempre poner la palabra "personas" por delante. Eso lo aprendí dentro del proyecto de diversidad. No se dice "discapacitados", se dice "personas con discapacidad", no se dice judíos sino "personas judías" y así. Todos los días, desde marzo, googleo las cifras. A veces, según la época, googleo "I