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Pensar la tristeza y otros pensamientos

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La mañana comienza como cualquier otra mañana, corriendo de un lado a otro, en ese trajín frenético que ahora contrasta tanto con tantos meses de reclusión. Entro al aula de quinto y me encuentro el curso a pleno. Ya no hay más burbuja. Tomo lista, son veintidós.  Por suerte el aula es grande, tiene mucha ventilación y es muy luminosa.  Empezamos a charlar, hay caras que nunca vi hasta hoy. Por fin esos nombres tienen un rostro, aunque sea detrás de un tapabocas. No los veo felices, ni emocionados, ni interesados. Se quejan mucho, de todo.  Están enojados. El enojo se siente. Son como marquitas que aparecen en la mirada y en la voz.  Una de las chicas del fondo habla fuerte, para que todos escuchemos. Dice que para qué se va a esforzar si al final a todos los que no hicieron nada el año pasado y este se les dan tantas posibilidades para que aprueben. Algunos compañeros le dan la razón. Otra tira un insulto a esos "avivados". Me pongo seria. Le digo que nadie sabe lo que les p

Balance: lo que deja la angustia

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   " O es que acaso está todo perdido?       O es que ya nos han vencido?       Quién es el que maneja       las fichas de este tablero?       en que hace miles de años.        siempre el mismo gana el juego."                             Arco Iris A pocos días del resultado electoral, va aquí mi humilde reflexión. Domingo a la noche me siento frente al televisor. La expresión de Wado de Pedro ya anticipa lo que pronto sabremos con los números sobre la mesa: derrota aplastante del oficialismo, triunfo de Cambiemos, crecimiento alarmante de la derecha y una buena, la izquierda se instala como tercera fuerza en Buenos Aires con una muy buena elección en todo el país. ¿Qué pasó para que los votos cambien tan drásticamente? Por supuesto, una pandemia mundial. Pero no es todo. ¿De verdad podemos sorprendernos? En lo personal, reconozco que el resultado me sacudió, y es que mi deseo siempre se antepone a una mirada más analítica de la realidad, que llega tarde, muy por detrás, cuand

11 de septiembre: la escuela que queremos.

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En este día quiero proponerles a todos que soñemos la escuela pública que queremos. Una escuela que de verdad sea para todas y todos. En estos tiempos quedó más que claro que la única importancia de la escuela pública, para todos los gobiernos, es "guardar" a los chicos para que sus familias puedan salir a trabajar y así el sistema funcione. La estructura de nuestras aulas es idéntica a la de hace cien años.  Me gustaría que alguna vez, quienes construyen las políticas educativas, le pregunten a docentes y estudiantes qué escuela quieren y necesitan. Supongo, tratando de evitar toda ingenuidad, que tenemos la escuela pública que este sistema requiere para funcionar. Mientras tanto yo les cuento la escuela pública que yo quiero: Me gustaría que en lugar de aulas por año existieran salones, unos de Ciencias, con laboratorios enormes; otros de Arte, con instrumentos musicales, con lienzos enormes y blancos, con acuarelas y temperas; otros de Tecnología, con lo más novedoso e int

La celebración

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En mi cocina se mezclan los olores. Manzana asada y miel. Cebolla frita y caldo de verdura. Más tarde vendrá mi hermana y traerá la fuente con el pescado. Aromas de madres y de abuelas. Aromas de amores perdidos que el olfato recuerda antes que la memoria entienda. Ollas y sartenes, herencias de un ayer, despiertan para evocar sabores antiguos. Ya es hora del reencuentro. Ellos, los de antes, se sentarán a nuestra mesa en invisible cofradía,  y nos ayudarán a recordar viejas historias. Ellos, los de antes, lo saben. Es tiempo de brindar por la vida. La celebración ha comenzado.

A gut ior

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Fue en los noventa. Se acercaban las fiestas de año nuevo, Rosh Hashaná primero y después Iom Kipur.  En ese entonces  yo había empezado a trabajar en un instituto preparando alumnos. Me pagaban mal y obviamente no estaba registrada.  Eso significaba que si faltaba no cobraba ese día. Además, en casa no había un mango y seguramente no habría festejo.  Así que, sin más vueltas, decidí saltearme la tradición familiar e ir a trabajar ese día. _ ¿Cómo que vas a ir a trabajar? Mi viejo.  En los últimos años mi viejo estaba cada vez más huraño y silencioso, más aislado de todo y de todos, cada vez más desconectado. Pero eso sí, cuando se le metía algo en la cabeza se transformaba. Taurino el gordo, cabezón y peleador. _ ¿Cómo que vas a ir a trabajar? _me preguntó esa noche, y yo pensé "Soné!". Le expliqué que no era un tema de convicción sino de necesidad. _ No podés ir a trabajar _ fue la sentencia. No había explicación que valga. Se sentó enfrente de mí y empezó a hablar. Las dos

Bicicleta

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Este texto lo escribí en el marco del taller que hoy comenzamos en RAF. Muy feliz y profundamente agradecida con las maravillosas personas que participaron. De pequeña viví en un barrio como los de antes. Un barrio en el que los chicos jugaban por horas en la calle, uno de esos barrios en el que todos se conocían y en las noches de verano los vecinos  sacaban sus sillitas plegables para conversar con el de al lado, un barrio en el que el hijo de la vecina de enfrente se cruzaba y golpeaba la puerta  para entregar un tupper con una comida que enviaba su madre. Uno de esos barrios. Allí crecí. Jugando con otros chicos, disfrutando la calle. Hasta que un día llegó Aurorita. La Aurorita era la bici que mi hermana recibió de regalo. Una bicicleta anaranjada, nueva, flamante, con rueditas. Lo diré rápido y sin rodeos. La envidia fue inmensa. Envidia de hermana menor, envidia de “yo también quiero", envidia de “¿por qué ella sí y yo no?”. Eso.  Envidia. Debo haber llorado o pataleado, no

Esi y literatura

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Todo comienza con un libro. Y de ahí se dispara todo.  Con mis alumnos de segundo año hace un tiempo empezamos a leer la novela "La borra de café" de Mario Benedetti. Es una novela que me gusta mucho. El protagonista de esta historia es Claudio, un muchachito uruguayo que a medida que transcurre el relato nos hace testigos y cómplices de sus experiencias de vida.  Mientras leemos vamos conociendo su infancia, su juventud, su recorrido, las pérdidas, los primeros dolores, sus búsquedas personales, el amor. Su historia es simple y cotidiana, excepto por las distintas apariciones de Rita, un personaje enigmático, misterioso, inspiradora y temible.  En fin, es una novela que siempre me gustó mucho y que aún hoy disfruto cuando se la doy a mis alumnos.  Hace unos días les dejé varios capítulos para leer, uno de ellos es "Hoy estreno hoy", que nos cuenta acerca del debut sexual de Claudio con Natalia, la joven que alquila una habitación en su casa. Un día Claudio llega a

Por qué escribimos: el dedo y la palabra

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—Llevan mucha prisa  —dijo el Principito  —. ¿Qué buscan? — Hasta el hombre de la locomotora lo ignora —dijo el guardaagujas. Y un segundo rápido iluminado rugió, en sentido inverso. —¿Vuelven ya? —preguntó el principito. —No son los mismos —dijo el guardaagujas—. Es un cambio. —¿No estaban contentos donde estaban? —Nadie está nunca contento donde está —dijo el guardaagujas.  Y rugió el trueno de un tercer rápido iluminado. —¿Persiguen a los primeros viajeros? —preguntó el principito. —No persiguen absolutamente nada —dijo el guardaagujas—. Ahí adentro duermen o bostezan. Sólo los niños aplastan sus narices contra los vidrios. —Sólo los niños saben lo que buscan —dijo el principito .                            El Principito, capitulo XXII Es casi el mediodía y estoy cocinando. Escucho la radio, lavo un plato, pelo una cebolla, y entre una cosa y otra, enchufo la minipimer para procesar algunos pedacitos  de zanahoria. Apreto un botón y el aparatito hace lo suyo. Al rato tengo un monto

Alas

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La UBA, mi hogar

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Una vez, hace muchos años, llegué a la Facultad. El día que por primera vez anduve por los pasillos de Filo temblaba de emoción. Todo era inmenso, inabarcable para mis ojos ávidos y curiosos. Me había anotado en Teoría Literaria. Cuando entré me encontré con un aula gigante, enorme, repleta de estudiantes. Y ahí empezó la aventura. Esos primeros días fueron de puro asombro. Muchas veces antes me había sentido mal. Yo e ra un bicho raro, y los bichos raros pueden ser ignorados y también, molestados. Así fue siempre. Pero entonces llegué a Puán y allí  había muchas personas tan absurdas como yo, a quienes también les daba felicidad hablar de libros, de literatura y de lenguaje. En las clases de gramática escuchábamos a Kovacci y hacíamos chistes entre nosotros  sobre el esquema arboreo de Chomsky y decíamos que un día nos íbamos a hacer remeras con la frase: "La mesa come carne". Nos sentíamos parte de algo que era muy nuestro. La biblioteca de Puán, las aulas, cada clase

Lo que dure el encanto

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"Quiero un tiempo pero tiempo no apurado, tiempo de jugar que es el mejor. Por favor me lo da suelto y no enjaulado adentro de un despertador".                                     María Elena Walsh Desde hace un tiempo Juan empezó a llevar bolitas a la escuela para jugar en los recreos. Como antes, como hace dos años.  Un par de veces volvió feliz porque había ganado una meteorito y cada mañana se ocupó de guardar un par en el bolsillo de la mochila. Le pregunté si los dejaban jugar y me explicó que sí, porque cada uno después limpiaba con alcohol en gel las bolitas que se llevaba. No sé si pensé mucho en la pertinencia del juego. Sinceramente, y ya que el sistema los hizo regresar a la presencialidad en medio de la pandemia, me alegró imaginarlo jugando feliz. Hoy volvió con una nueva prohibición de pandemia. Prohibido llevar bolitas, las bolitas pasan de mano en mano, andan por el piso. No se puede, es peligroso.  _ ¡Maldita pandemia! _me dijo enojado.  Cuando empezó el año

Contarme y contarte, para construir nuevas voces

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Esa violencia...

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No es novedad, ya lo sé, la pandemia transformó nuestras vidas. El mundo cotidiano, nuestros afectos, nuestras prioridades. Todo se trastocó. Desde que empezó la pandemia cada día termina con una cifra fatal, una  cifra más o menos alta de personas que ya no están. A veces esos números nos tocan de cerca, a veces está el nombre de algún conocido, a veces... Desde que empezó la pandemia la muerte coquetea con nosotros, nos desafía, nos rodea. Nos ponemos tapabocas, lavamos objetos, rociamos todo con alcohol, no nos tocamos. Para escapar de la muerte y de su acoso. Desde que empezó la pandemia muchísimas personas perdieron su trabajo. Crecen y se reproducen por todas partes las manos que hacen changas, pizzas caseras, tejidos. Y se reproducen también las situaciones de depresión de quienes no pudieron con tanto peso. Desde que empezó la pandemia las escuelas se convirtieron en propuestas de cartón. La educación pasó a ser una virtualidad mentirosa y rudimentaria, y más tarde u

Una historia de amor en tiempos de pandemia

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En estos días tan difíciles que estamos atravesando esta  es una historia de amor simple y cotidiana. Es la historia de un amor que le ganó al tiempo y a los miedos, a la rutina y al cansancio. Cuenta esta historia de dos jóvenes que un día se conocieron y se enamoraron. Y este amor fue tan grande que decidieron compartir la vida, un hogar, sueños y  batallas. Cierta vez, narra la historia, él se fue de viaje y para que la tuviera presente, ella le regaló un libro con una dedicatoria muy bella. En fin, esta historia siguió durante largas décadas por extensos vericuetos. El tiempo pasó y pasó.  A veces ella le preguntaba: - ¿Me vas a querer cuando sea viejita? - No ves que te estoy queriendo- contestaba él y ambos reían. Pero, cuenta la historia que un día, después de vivir muchísima vida juntos, partió él hacia la eternidad de la muerte. Los que conocen la historia d icen que ella lo lloró mucho, con esa tristeza dulce y serena que queda después de haber disfrutado cada minuto jun

Hasta qué el fuego nos reúna

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Todo empieza con una conversación banal, intrascendente. Esto y aquello, y entonces una vez más, llegamos al feminismo.  Así son últimamente todas las conversaciones con mi hermana: cualquier tema nos lleva inexorablemente a hablar de feminismo. Necesitamos hablar, saber. Necesitamos entender qué nos pasó en la vida, qué nos pasó en realidad cuando creíamos que nos pasaban otras cosas. "¡Maldito feminismo!" decimos cómplices y nos reímos. Estamos descubriendo juntas. Esta mañana, entre mates, empezamos a hablar de libros. Opiniones y recomendaciones. Llegamos así a Madame Bovary y a Ana Karenina, dos grandes libros que abordan problemáticas femeninas. Dos joyas escritas por brillantes y geniales hombres.  Literatura sobre mujeres escrita por hombres. Bellas y trágicas obras. Empezamos a hablar de Sofía, la esposa de Tolstoi, su Kitty. Elucubramos cuánto de su propio talento hay en la obra de su esposo. Entonces surge otra Emma que no es Bovary sino la Emma de Jane Austin. Aho

Reconstrucción de patria

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"Quizá mi única noción de patria sea esta urgencia de decir Nosotros quizá mi única noción de patria sea este regreso al propio desconcierto."                                      M. Benedetti Hace pocos días mi hijo hizo su promesa a la bandera en la escuela.  El acto en cuestión se hizo en el patio, cuidando mucho las distancias pero sin que faltara nada: música, decorado, escarapelas. Yo filmé y saqué fotos, y cuando su vocecita junto a las de sus compañeros gritó bien fuerte "¡Sí, prometo!", ahí nomás empecé a lagrimear emocionada. Unos días antes me había encarado: "¿Por qué es importante prometer la bandera?". Le dije que la bandera representaba a la patria, que en esa acción uno prometía lealtad a su tierra. Después le hablé de Belgrano, de la lucha por la independencia y de la necesidad de tener un estandarte propio que representara a los revolucionarios, inspirado en aquel distintivo que fue la escarapela. Yo no sé si se quedó muy conforme, per

Qué fantástica esta fiesta!

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Desde que me enteré de la noticia no puedo parar de cantar las canciones de Raffaella. No sé si a ustedes les pasa también, pero hay a lgo increíble que me sucede con la música. La música a veces trae aromas, gustos,  imágenes de otros tiempos. Son los '70. Estoy en mi habitación con mi hermana y mis dos vecinas de enfrente. En el tocadiscos una canción suena a todo volumen. Nosotras nos reímos fuerte mientras cantamos y bailamos. Suena el estribillo y nuestras cabecitas cuelgan hacia abajo para tomar impulso, las puntas del pelo casi rozan el piso de madera, un parquet gastado y opaco, y entonces con un fuerte envión todas al mismo tiempo levantamos nuestras cabezas de golpe, sin dejar de cantar a los gritos. Sentimos toda la adrenalina junta y nos reímos fuerte. Somos muy chiquitas y no s encanta Raffaella. Nos encanta cantar y bailar sus canciones. La admiramos. Es hermosa, con esos vestidos llenos de lentejuelas y muchos brillitos. Tengo en mi mano un micrófono de jugu

El frío y las ausencias

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Necesito hablar del frío. En estos días de aulas heladas y de puertas abiertas, de chicos y docentes ovillados sobre sí mismos y de manos congeladas, me es imprescindible hablar hoy, ahora, del frío. No puedo pensar en otra cosa. Necesito escribir. Quizás las palabras me brinden el calor que hoy preciso. Siempre le tuve miedo al frío. Contaba mi mamá que de muy chica, cuando me bañaba, mis labios pequeñitos se ponían morados. Y tengo también el recuerdo de haber salido del mar castañeando los dientes una y otra vez. En alguna ocasión el frío me produjo dolor de estómago, y muchísimas veces dolor de cabeza. El frío lástima el cuerpo y golpea el alma. Y es el frío de hoy, el que me trae recuerdos de tiempos pasados, de momentos de tanta vulnerabilidad.  Aquella casa enorme, tan grande, tan fría y nosotros tan tristes en ella, tan carentes y tan solos. Son recuerdos que el frío nos devuelve como algo viejo e inútil que queremos desechar pero siempre regresa. Esos tiempos  en

Pablo, un cuento que es poesía

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Horacio, Osvaldo y las puertas que se abren

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 No conocí mucho a Horacio González. Tampoco supe mucho de su desempeño como  Director de la Biblioteca Nacional. Pero tengo un recuerdo importante. Fue hace trece años, cuando andábamos Carcoveando por ahí. Hacía poco Osvaldo Bayer había perdido a su nieto y se había ido a Alemania, para estar junto a su hija. Era lógico que se ocupara de sus afectos personales y que se desentendiera de nuestro proyecto. Pero no lo hizo, ni siquiera a la distancia. Un día así cómo hoy, revisando el correo, me encontré con un mensaje suyo: me contaba entusiasmado que había hablado con Horacio González. La presentación en la Biblioteca Nacional ya era un hecho, nos confirmaba. Según explicaba en el mensaje, Horacio González estaba encantado. Unos días antes, con mi compañera en el proyecto fuimos a la Biblioteca a dejar dos ejemplares del libro. Nos recibieron amorosamente y nos llevaron a recorrer, a conocer ese lugar maravilloso. Y así, un día, las puertas de esa Biblioteca  inmensa e increíb